Día de la Tierra

-Hoy es el Día de la Tierra -dije durante la clase de taichi chuan-. Cuando empezamos la clase nos dirigimos hacia aquella tipa y la saludamos. Al hacerlo estamos expresando nuestro respeto y gratitud hacia ese árbol que nos da sombra en los días más difíciles del verano. Pero al agradecer y saludar a la tipa hacemos extensivo nuestro respeto y gratitud a toda la Naturaleza, a la madre Tierra, que es nuestra casa y fuente de vida.

-Hoy todos sabemos que sin la Naturaleza no podríamos vivir. Sin los vegetales no tendríamos oxígeno, ni atmósfera, ni alimentos, ni energía. Lo mismo podemos decir de los animales y de los minerales. Sin embargo esta información que todos manejamos no se traduce en acciones concretas. Seguimos dañando a la Naturaleza como si ese daño no tuviera consecuencias para nosotros. Aunque racionalmente sabemos que somos parte de la Naturaleza, no nos sentimos parte de ella; nos sentimos por encima de ella. Creemos que las consecuencias de nuestras acciones nunca nos van a alcanzar. Es una conducta muy contradictoria, porque por un lado creemos que la Naturaleza nos pertenece, pero al mismo tiempo maltratamos eso que consideramos nuestra propiedad. Actuamos como amos incapaces de amar.

-Hace poco estuve de vacaciones en la montaña -dijo Silvina-. El guía que nos acompañaba en la excursiones nos aconsejaba pedirle permiso a la montaña antes de treparla.

-Muy bien. Esa es una conducta que expresa respeto hacia la Naturaleza -dije-. Vivimos de la Tierra y no podría ser de otra manera. Necesitamos consumir su oxígeno, agua, alimentos y energía para poder vivir y reproducirnos. Y en el proceso de la vida, inevitablemente también generamos deshechos. No deberíamos sentirnos culpables por consumir lo necesario para vivir. Pero es indispensable que seamos responsables en nuestra manera de consumir y de generar basura. Estamos superando la capacidad de la Tierra para reponer los recursos que consumimos y para procesar la basura que generamos.

-Y así como actuamos con la Naturaleza que nos rodea, también lo hacemos con nuestra Naturaleza interior. Nos creemos dueños de nuestro cuerpo, pero solemos tratarlo de manera cruel e irresponsable. Muchas veces confundimos hábitos auto-destructivos con un supuesto auto-cuidado. Escuchamos por ahí: «Ya trabajaste durante todo el día. Ahora podrías consentirte un poco y reunirte con amigos para tomar cerveza hasta bien entrada la noche». Nos presentan este tipo de conductas como un regalo que uno se hace a sí mismo, pero en realidad es todo lo contrario. Si uno trabajó durante todo el día, lo más saludable sería volver a casa, cenar algo liviano e irse a dormir para que el cuerpo pueda recuperarse. Tomar cerveza y acostarnos tarde no es un auto-regalo, es una auto-agresión, es intoxicar el hígado y sobrecargar los riñones y castigar a todo el organismo quitándole horas de sueño. Todo esto sin contar la resaca del día siguiente.

-Un día de lluvia nos enseñaste un ejercicio para conectarnos con cada órgano interno y darle gracias -recordó Silvina.

-Exacto, es un ejercicio para saludar y reparar cada uno de los cinco órganos. Muy bueno para hacerlo todas las noches antes de dormir. Cerramos los ojos, le sonreimos a nuestro cuerpo y agradecemos a cada órgano por el trabajo cotidiano que hicieron  durante el día. Les pedimos perdón por el daño que pudiéramos haberles provocado y nos comprometemos a tener una conducta más compasiva y amorosa con ellos. Así como lo hacemos con los órganos, también podemos hacerlo con los huesos y las grandes articulaciones, que nos sostienen y nos permiten movernos por el mundo.

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Autor: Daniel Fresno