Esperar lo mejor. Prepararse para lo peor

por Daniel Fresno

Nuestro cuerpo es nuestra casa. Es el espacio físico que habitamos mientras estamos vivos. Ese cuerpo-casa funciona de acuerdo a ciertas leyes naturales que fueron estudiadas por los sabios taoístas y por los patriarcas de la medicina occidental y por la biología moderna. Conocer esas leyes naturales es muy importante. Si las respetamos es probable que el cuerpo-casa se mantenga en un estado saludable hasta el último día. Si las ignoramos es probable que el cuerpo-casa se deteriore antes de tiempo y vivamos enfermos hasta el último día.

El caso de Juan

Imaginen a Juan, un hombre joven que, como la mayoría de las personas, ignora las leyes que regulan el cuerpo-casa que habita. Igual que la mayoría, tampoco recibió educación nutricional adecuada. Juan se alimenta mal en cantidad y en calidad. Come demasiadas grasas e hidratos de carbono no saludables, bebe demasiado alcohol y no hace actividad física.

Juan aprendió este estilo de vida tóxico de sus mayores y la mayoría de la gente que conoce hace lo mismo y el mercado le ofrece una variada gama de productos muy atractivos y adictivos. Seguir ese estilo de vida a veces le provoca ciertas molestias, pero el mercado también le ofrece drogas y analgésicos para silenciar esas molestias y así poder seguir haciendo lo que siempre hizo. Juan es feliz con este estilo de vida porque está habituado y, como sabemos, la energía del hábito es muy poderosa.

Cualquier persona que conozca las leyes naturales que regulan el cuerpo puede pronosticar que si Juan sigue por ese camino es muy probable que se enferme.

El tiempo pasó y Juan siguió haciendo lo mismo de siempre. ¿Qué le ocurrió por dentro? Al principio, sus órganos se esforzaron por adaptarse al trabajo agotador que ese estilo de vida tóxico les imponía, y con el paso de los años se fueron debilitando hasta colapsar.

Un día Juan sintió un intenso dolor en el pecho y perdió el conocimiento. Despertó en el hospital con muchos cables, tubos y sondas conectados a su cuerpo. Un médico le explicó que sufrió un infarto y que su corazón, hígado y páncreas están muy enfermos. También le dijo que debe cambiar su estilo de vida y empezar a tomar un montón de remedios, porque de lo contrario se va a morir.

Juan tenía ante sí dos alternativas. Liberarse de la energía del hábito y cambiar radicalmente su estilo de vida, tratando así de recuperar el equilibrio perdido o rechazar el cambio y seguir con su vida habitual En esta historia que les propongo Juan eligió seguir obedeciendo al hábito.

Cuando uno se identifica fuertemente con sus hábitos, siente que cambiarlos es como dejar de existir. Hay un chiste que ilustra esto. El tipo está frente al médico que acaba de mirar unos estudios. El médico le dice que si no deja de beber alcohol, si no deja de comer grasas y dulces, si no reduce su actividad sexual, se va a morir. Entonces, el tipo responde: «si no puedo tomar alcohol, comer grasas y dulces y tener sexo ¿para qué quiero vivir?»

Juan deja que el hábito tome el control y elabora teorías que justifiquen su conducta auto-destructiva. Por ejemplo, niega la enfermedad. Juan cree que no está tan enfermo como dice el médico. Además, cree que el médico y la medicina en general buscan controlar su vida. Cree también que hay un plan de la industria farmacéutica para convertirlo en un eterno consumidor de remedios. Son todas elaboraciones mentales que buscan encubrir una triste verdad: Juan no quiere abandonar su vida de siempre.

La Humanidad es Juan

Los humanos vivimos dentro de un cuerpo- casa más grande, que es el planeta. Lo que hoy estamos viviendo en la Tierra es muy parecido a lo que le pasó a Juan. A lo largo de los años fuimos rompiendo el delicado equilibrio que hacía posible nuestra existencia en este sitio. Al romperse el equilibrio, la Naturaleza puso en marcha mecanismos para recuperarlo. Estos mecanismos suelen ser ciegos, torpes y brutales.

La covid-19 es uno de esos mecanismos naturales. Cualquier persona que pusiera atención en lo que estaba haciendo la Humanidad podía prever la llegada de esta pandemia. Mi maestro en 2009 ya nos decía que debíamos entrenar con disciplina, paciencia y concentración porque se acercaban tiempos de grandes enfermedades y desastres naturales y sociales. Varios científicos advirtieron lo mismo. .

Como en el caso de Juan, la pandemia nos obliga a un cambio radical de hábitos y esto es tan intolerable que muchas personas se resisten y elaboran teorías para justificar esa resistencia. Niegan la existencia de la enfermedad y atribuyen todo a una conspiración que busca controlar la vida de las personas. Lo mismo que hacía Juan.

Es urgente revisar nuestros hábitos y cambiarlos. Basta con poner atención en lo que está ocurriendo hoy para prever lo que va a venir en los próximos años. Lo que viene va a ser peor que la covid-19. Se están quemando bosques y eso va a generar serios desequilibrios en el régimen de lluvias y en la disponibilidad de agua. Habrá grandes sequías y grandes inundaciones. Va a faltar agua y esto generará problemas en la agricultura. Es decir, además del agua, va a escasear la comida. Y eso va a generar grandes migraciones de personas, que a su vez van a generar conflictos sociales. Por otra parte, la destrucción de los ecosistemas naturales facilitará la zoonosis, es decir, el salto de enfermedades propias de los animales a los humanos, que es lo que pasó con la covid-19.

Ser aptos

¿Es este un destino inevitable? No. Si ponemos manos a la obra ahora oodemos construir un futuro diferente. Vamos a sufrir las consecuencias de las acciones desastrosas del pasado, pero si cambiamos el rumbo ahora podremos salvar de la extinción a las generaciones futuras.

Siempre decimos. «Esperar lo mejor. Prepararse para lo peor«. ¿Qué significa esto? Esperar lo mejor significa actuar ahora para revertir el daño causado y prevenir el desastre. En este sentido hay tres acciones indispensables: reforestar, reducir la emisión de gases de efecto invernadero y controlar la natalidad. Al mismo tiempo es necesario controlar en la mente humana la codicia, el odio y la ignorancia a través de una nueva educación.

Prepararse para lo peor significa entrenarnos física y mentalmente para sobrevivir. Van a venir tiempos «interesantes» y necesitamos ser aptos. Darwin decía que no es el más fuerte el que sobrevive, sino el más apto. Es decir, quien es capaz de adaptarse a los cambios. Las acciones equivocadas del pasado generarán escenarios más complejos y desafiantes que el actual, y solo podremos enfrentarlos si somos aptos. También será necesario ser aptos para emprender y sostener los cambios que el mundo necesita. Así que, a practicar..

Gracias por escuchar