O ganamos o aprendemos

por Daniel Fresno

—Si al meditar nos cuesta enfocar la mente, podemos contar las respiraciones —dije durante la clase de taichi chuan—. Es un truco que ayuda a anclar la atención. También funciona en la actividad física. Durante el tao yin del comienzo de la clase, el contar las repeticiones de un ejercicio nos ayuda a enfocar la mente y a mantenerla en el momento presente, integrada con el movimiento corporal. De esta manera es más fácil sostener el esfuerzo físico, porque al integrar mente y cuerpo, aumenta nuestra energía. Si por el contrario nuestra mente se dispersa, nos cansamos antes y además, aumentan las probabilidades de lesionarnos.

Otro factor que aumenta la energía es la práctica grupal. ¿No les pasó que al estar en grupo son capaces de sostener el esfuerzo durante más tiempo?. Cuando el grupo funciona de manera concentrada todos los integrantes potencian su energía. Cuando hacemos tao yin y todos nos movemos, inspiramos y exhalamos al unísono es una experiencia conmovedora, como ser parte un organismo vivo integrado por varias personas. Hacer la forma de taichi chuan en grupo es una también una experiencia muy fuerte, totalmente distinta a cuando la hacemos en solitario. Para el observador también lo es. Ustedes habrán advertido cómo la gente se detiene a mirarnos cuando hacemos la forma todos juntos. El grupo que trabaja de manera concentrada es muy fuerte.

—A mí me ayuda contar —dijo Carlos—. Evita que mi mente se distraiga con otros pensamientos.

—Una observación muy interesante. Cuando meditamos nos ponemos como objetivo aquietar la mente. Y eso puede llevarnos a creer que si la mente se dispersa estamos fracasando. No conviene tomarlo como una derrota sino como una oportunidad de entrenar mejor. Es normal que la mente piense y sienta y durante la práctica seguramente vamos a perder la concentración más de una vez. Eso no es un fracaso. Lo mejor es aprovechar la situación de dos maneras. Una es observar en qué momento y por qué causa perdimos la concentración. La otra es recuperarla. Es decir, registramos cuándo y por qué salimos del estado de atención y luego regresamos a él. En nuestro camino vamos a tropezar y caernos varias veces. Habremos aprendido algo valioso si nos ponemos de pie y además somos capaces de reconocer la piedra con la que tropezamos.

Al hacer tui shou o san shou con la actitud correcta, nadie pierde; o se gana o se aprende. Hay personas que son grandes y fuertes por naturaleza. Tuve compañeros de práctica que medían dos metros, pesaban 90 kilos y tenían huesos y músculos enormes. Ellos ganaban siempre haciendo un pequeño esfuerzo y sin gran despliegue técnico. Los tipos chicos como yo, éramos sacudidos de aquí para allá y nos vimos obligados a compensar la falta de fuerza desarrollando sensibilidad, técnica e intención. Es decir, aprendimos.

Digo esto para que no se desanimen si pierden la concentración. En esos «fracasos» está encerrada la oportunidad de aprender y mejorar.

Gracias por escuchar.