Wu wei con la bonaerense

policia

Eran las tres de la tarde. Iba manejando el auto por la ruta, en compañía de mi esposa. En un puesto de vigilancia, un miembro de la Policía Bonaerense hizo señas para que me detenga. El motivo: tenía las luces apagadas. Las normas de tránsito exigen que las luces bajas estén encendidas.
El servidor público me pidió documentación y se la llevó hasta su camioneta, al otro lado de la ruta.

-Qué lío. La multa por circular con las luces apagadas es altísima -dijo mi esposa.

El policía me devolvió los documentos y pidió que lo acompañe hasta la camioneta.

-Ahora te va a pedir una coima -susurró mi media naranja.

Pocos días antes, durante una conversación familiar, hablábamos sobre la corrupción y yo conté que nunca había ofrecido ni pagado coimas. ¿Sería esta mi primera vez?

Salí del auto y, mientras cruzaba la ruta, evalué mi estrategia. Pensé:

* Asumiré mi responsabilidad. Cometí una infracción y voy a aceptar las consecuencias.

* No voy a resistirme con argumentos del tipo «¿Por qué me detienen a mí? ¿Por qué mejor no persiguen a los delincuentes que andan robando y matando por ahí?»

* Actuaré sin prejuicios. Hasta que se demuestre lo contrario, voy a suponer que la única intención del policía es cumplir con su deber.

* No voy a ofrecer sobornos. Voy a escuchar y ver qué pasa.

Detrás de la camioneta policial y completamente a solas, el agente me preguntó a dónde iba, de dónde venía, a qué me dedicaba y agregó:

-Su auto tenía las luces apagadas. Eso es peligroso para usted y para los demás. Se exige tener las luces encendidas para que el auto sea visible y de esta manera, evitar accidentes.

-La verdad que tiene toda la razón, oficial -reconocí.

-Si usted no cumple con las normas de tránsito, además de arriesgar su vida y la de los demás, tiene que pagar una multa de más de mil pesos -continuó.

-Es totalmente cierto. No tengo excusas -dije.

Se produjo un largo silencio, hasta que el oficial dijo:
-Le voy a perdonar esta falta para no arruinarle las vacaciones, pero recuerde que tiene que respetar las normas de tránsito, por su seguridad y la de los demás.
-Muchas gracias, oficial -dije, mientras le estrechaba la mano.

Contento de haber zafado de la mejor manera, volví al auto, encendí las luces y seguimos viaje.
En el camino me puse a pensar. ¿Qué hubiera pasado si en lugar de dejar fluir la situación me hubiera resistido? ¿Qué hubiera pasado si enfrentaba al policía con la certeza de estar ante un corrupto cuya única motivación era sacarme dinero? ¿Habría terminado todo igual? Creo que no.

Me acordé de lo que decía Lao Tsé:

«El Tao por su naturaleza no actúa, pero todo lo hace»

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Autor: Daniel Fresno