Las armas del Taichi
por Daniel Fresno—
Una mañana estaba en el parque barriendo el lugar de práctica. Se acercó un muchacho de unos 30 años y me dijo:
—Buen día. ¿Acá enseñan taichi chuan?
—Sí.
—¿Enseñan también las armas del taichi ?
—Si, ésta es la primera que aprendemos —dije, mostrándole mi escobillón—. Lleva muchos años lograr la maestría en el escobillón.
—Yo paso seguido por acá y veo que siempre barren el piso. ¿Por qué lo hacen?
—Porque está sucio —dije—, esa es la razón principal. Pero además, barrer es una excelente práctica espiritual.
—¿Qué tiene de espiritual barrer el piso?
—Es una actividad considerada de bajo nivel, por eso, al barrer, practicamos humildad. Por otro lado, nadie nos paga; lo hacemos gratis. Tampoco obtenemos prestigio o reconocimiento social. Entonces, también practicamos entrega. Barrer es dar y no esperar nada a cambio; es un excelente ejercicio de humildad y entrega incondicional. Entrenar la humildad y la entrega es muy valioso para cualquier momento de la vida, pero especialmente para el momento en que tengamos que dejar este mundo. Ese es el momento de la entrega suprema, la más difícil. Así como nos dieron la vida cuando llegamos, tendremos que entregarla al irnos y ese desprendimiento es difícil y da mucho miedo si no tuvimos entrenamiento previo.
—Pero ¿tiene sentido prepararse para la muerte, que dura apenas un instante?. ¿No sería mejor prepararse para la vida? —preguntó el muchacho.
—Excelente pregunta. Es que entrenar la humildad y la entrega nos permite vivir mejor y en paz. La gente que practica el servicio incondicional y la compasión es más feliz. En cambio, el egoísmo, la codicia y la soberbia sólo generan vacío y sufrimiento. Por otro lado, el egoísmo, la codicia y la soberbia no sólo arruinan la propia vida; están destruyendo el planeta y poniendo en riesgo la supervivencia de la Humanidad. Te aseguro que el escobillón, bien usado, es el arma más poderosa del taichi.
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Siempre se aprende, en todo sentido de la vida. Hay quienes interpretan de una manera distinta lo bueno. Es como aplicar las cosas de la vida en el buen sentido para toda la humanidad, sin perjuicio -o el menor- para el medio ambiente en que vivimos. Empezar con el escobillón es muy buen ejercicio para llegar a ser supremo.