Poder personal e inseguridad

por Daniel Fresno

—¿Alguien trajo su cuchillo? —pregunté durante la clase de taichi chuan y todos me miraron con cara rara. Volví a insistir—. ¿Alguien trajo su lanza o su caña de pescar?

—No —respondieron varios.

—Entonces ¿cómo van a cazar sus presas? Pronto será mediodía y tendrán ganas de comer. ¿Cómo van a conseguir su alimento? -pregunté y Silvina puso la mano sobre el bolsillo de su pantalón y dio dos pequeñas palmaditas-. Exacto, van a usar dinero para comprar comida. Es lo que hacemos todos en la actualidad: trabajamos para conseguir dinero, que a su vez sirve para comprar alimentos. Pero antiguamente la gente tenía que cazar su comida; correr, atrapar, luchar y matar a la presa. Otra opción era trepar árboles para recolectar frutos. O cultivar la tierra. Además, el agua no salía de un grifo; había que ir a buscarla al río y cargarla durante un largo trayecto. Si no había río cerca, era necesario cavar pozos muy profundos hasta encontrarla. Todas estas actividades indispensables para sobrevivir exigían intenso trabajo físico. Por eso nuestros antepasados eran personas fuertes y resistentes. Y como la Medicina no había avanzado mucho, se morían jóvenes.

Los avances de la ciencia y la tecnolgía generaron profundos cambios sociales. En la actualidad tenemos más comodidades y no somos tan fuertes y resistentes como nuestros antepasados. Además, lo que es muy importante, vivimos más años. Esto genera nuevas problemáticas, porque a pesar de los cambios sociales, los depredadores siguen existiendo. ¿Qué pasa cuando nuestro cuerpo es débil por el sedentarismo y la mala alimentación y además, envejecemos? Nos sentimos vulnerables y aparece la sensación de inseguridad.

Todos necesitamos sentirnos seguros. Sin embargo, hace 35 años la inseguridad no era un tema de preocupación social; pero hoy sí lo es. ¿Qué fue lo que cambió? La inseguridad es ante todo una sensación. No es algo objetivo y que se pueda medir, como por ejemplo la tasa de homicidios. Los medios de comunicación explotan la sensación de inseguridad, porque un robo, una violación o un asesinato venden más que una buena noticia. Además de diarios, la inseguridad sirve para vender infinidad de productos: desde candidatos políticos, hasta puertas blindadas y ansiolíticos. La inseguridad es un agujero que nunca se llena y se usa para controlar a la sociedad a través del miedo.

Estos son algunos de los factores externos de la inseguridad; hay muchos más, pero están fuera de nuestro control. Quisiera que nos enfoquemos en los factores internos, los personales. Sobre estos factores tenemos más control y podemos modificarlos. Volvamos a la pregunta ¿Por qué somos tan sensibles a la inseguridad? Porque renunciamos a nuestro poder personal y eso nos hace sentir inseguros. Y al sentirnos vulnerables, somos presa fácil de los depredadores. Sacrificamos nuestra salud y nuestra fuerza física y mental en el altar de la Diosa Comodidad y ahora estamos pagando las consecuencias.

El taichi chuan, el bagua zhang, el entrenamiento fusión o el tao yin nos ayudan a recuperar nuestro poder personal. ¿De qué manera? De tres maneras. Primera: educando la atención. En la calle, nuestro principal aliado es la atención. Si nos movemos por el espacio público sin atención, es más probable que seamos víctimas de los depredadores o que suframos algún accidente.  Segunda: fortaleciendo el cuerpo. La fuerza, la flexibilidad, la resistencia cardio-respiratora, la integración cuerpo-mente y una buena postura son pilares de nuestro poder personal y nos brindan recursos para prevenir enfermedades y ataques de delincuentes. Tercera: aprendiendo a defendernos a través del arte marcial, adquirimos seguridad y destrezas que nos permiten evitar situaciones de violencia y lidiar con ella cuando se hubo desatado.

Recuperar el poder personal no significa convertirnos en Superman o en La Mujer Maravilla. No nos tranformamos en justicieros. Por el contrario, quien recupera su poder personal está en armonía consigo mismo y con el mundo porque se libera de las cadenas del miedo.

Gracias por escuchar.

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