Agradecer el alimento
por Daniel Fresno—
En el encuentro anterior recitamos el mantra pensando en todas las personas que hacen posible que la comida llegue a nuestro plato. Los agricultores que trabajan la tierra para obtener los alimentos, los camioneros que transportan los alimentos hasta los grandes mercados de distribución y los comerciantes minoristas que los traen hasta comercios cercanos a nuestra casa, para que podamos comprarlos sin tener que viajar demasiado.
Queremos expresar respeto y gratitud hacia todas esas personas porque en tiempos de crisis puede faltar el trabajo, puede cerrar la bolsa de valores, puede desaparecer el dinero, pero no puede faltar el alimento. Los humanos necesitamos energia para mantenernos vivos. Esa energía la obtenemos combinando el oxígeno con la glucosa. El oxígeno lo obtenemos de los árboles; la glucosa, de los alimentos. Si no hay alimentos estaremos en problemas.
Obtener los alimentos de la tierra implica mucho trabajo y conocimiento. Y si bien nosotros compramos esos alimentos con nuestro dinero, por más dinero que tengamos, si esos alimentos no fueron sembrados, cuidados y cosechados, no tendremos qué poner en el plato. Los billetes no se comen. Las personas que se dedican a la noble tarea de cultivar alimentos podrían estar dedicándose a otra actividad más lucrativa, pero eligieron dedicarse a obtener alimentos de la tierra y estamos agradecidos por su trabajo.
Cuando nos sentemos a comer y tengamos frente a nosotros un plato con comida es importante tomarnos unos segundos para agradecer todo el trabajo que hizo posible que ese alimento llegue hasta nosotros.
En encuentros anteriores hablamos sobre el impacto de nuestras acciones sobre el medio ambiente. También nuestra forma de alimentarnos tiene un impacto, tanto en nuestro organismo como en ese gigantesco organismo vivo que nos brinda alojamiento, el planeta. Veamos primero cuál es el impacto sobre el medio ambiente.
Si queremos ejercer un impacto positivo, conviene consumir alimentos producidos cerca o en el país, de manera que para llegar a nuestro plato hayan recorrido la menor distancia posible. Menos distancia recorrida significa menos emisión de gases de efecto invernadero.
También conviene consumir alimentos de estación. Los alimentos que para llegar a nosotros debieron ser conservados en cámaras frigoríficas tienen una huella de carbono más grande.
Eliminar la carne de nuestra dieta es otro aporte positivo. El ganado libera a la atmósfera grandes cantidades de metano, un gas de efecto invernadero más nocivo que el CO2. Además, al consumir carne estamos alentando una industria responsable del desmonte y de muchos incendios forestales. La industria de la proteína animal arrasa con los bosques para criar ganado o para cultivar soja u otros granos que luego alimentarán al ganado.
Los cambios en los hábitos de alimentación no son sencillos. Si alguien entre ustedes desea dejar de comer carne, pero tiene dudas o no sabe cómo hacerlo, estoy abierto a todas las preguntas. Llevo 35 años sin comer carne y mi experiencia puede serles útil.
El impacto de la alimentación sobre el ecosistema interior es más conocido. Casi todos saben que hay ciertos alimentos que conviene evitar y otros que conviene consumir. En otros encuentros hablamos sobre esto más en detalle. Solo quisiera recordar un concepto de Hipócrates, el patriarca de la medicina occidental: «Que la comida sea tu alimento y que el alimento sea tu medicina». Es importante que seleccionemos los alimentos, no en función del disfrute sino de nuestras necesidades nutricionales. En la actualidad, la comida basura está diseñada para satisfacer el paladar, pero no alimenta y daña la salud. Es comida que en la boca se siente de maravillas, pero para el resto del organismo es veneno. No estoy diciendo que no hay que disfrutar de la comida. Está muy bien disfrutar de un acto tan maravilloso como el de la nutrición. Pero la prioridad debe ser comer aquello que nos brinde salud y energía.
Si bien es muy importante lo que pasa cuando comemos, también es importante lo que ocurre cuando no comemos. Desde la antigüedad los sabios sostienen que ayunar periódicamente es un hábito saludable y que ayuda a curar enfermedades. En los últimos tiempos la ciencia médica llegó a conclusiones similares. En 2016 el Dr. Yoshinori Ohsumi recibió el premio Nobel de medicina por sus investigaciones sobre la autofagia, un proceso por el cual la célula se deshace de las estructuras que ya no sirven y limpia los desechos acumulados. En resumen, la autofagia es un proceso de limpieza celular. Pero este proceso no está activo todo el tiempo; lo activa la privación de nutrientes. De ahí que el ayuno sea tan beneficioso. Por el contrario, al comer se detiene el proceso de limpieza. Algunas enfermedades como el cáncer y el mal de Alzheimer se deben a la acumulación de proteínas viejas o anormales.
Este saludable proceso que ocurre en el cuerpo físico es similar a lo que ocurre en la mente durante las prácticas meditativas. Cuando hacemos chan chuang o meditamos aquietamos las aguas de la mente, de manera que ésta deja de rumiar pensamientos y emociones por un rato, desencadenándose así un proceso de limpieza y auto-depuración que la revitaliza y fortalece. De alguna manera la meditación es el ayuno de la mente.
Gracias por escuchar.