Amazonas y consumo responsable
Al terminar la clase de taichi chuan, mientras tomábamos té, una alumna preguntó:
-Los incendios en la selva amazónica preocupan a todos. ¿Se puede hacer algo al respecto?
-En estos días va a haber una marcha frente a la embajada de Brasil. Creo que las acciones políticas son útiles. Pero lo más efectivo y duradero, y en esto podemos participar todos, va a ser cambiar los hábitos de consumo.
-En nuestro país pasa lo mismo que en Brasil pero no tiene la misma repercusión en los medios. La superficie de bosques eliminados en 2017 en Argentina equivale a nueve veces la superficie de la ciudad de Buenos Aires (ver nota). Aunque lo de Brasil es más llamativo porque la selva amazónica tiene un poder simbólico enorme.
-Pero para enfrentar el problema es fundamental comprender sus causas. Hoy Brasil es el principal exportador de carne bovina y de pollo en todo el mundo. Están quemando la Amazonia porque el fuego es la manera más fácil y barata de preparar el terreno para el cultivo de soja y la cría de ganado. La soja será destinada a la alimentación del ganado que luego será vendido. ¿Y por qué es negocio vender ganado? Porque hay mucha gente interesada en comprarlo.
-Aquí es donde aparece el tema de los hábitos de consumo. En todo este desastre ambiental hay muchos responsables. Los principales responsables son dos: los ganaderos cuya codicia sin límite está destruyendo el equilibrio ecológico del continente y del mundo. El otro gran responsable es el gobierno, que tolera y promueve estas acciones. Pero también son responsables las personas que consumen carne. Si la demanda de carne bajara, criar ganado no sería un negocio tan lucrativo.
-Habrá quien diga: «¿Ahora me querés hacer sentir culpable porque como carne?». No quiero que nadie siente culpa. La culpa no ayuda a comprender el problema ni a resolverlo. Lo que necesitamos es tomar conciencia de nuestra responsabilidad en este complejo asunto. Es importante tomar conciencia de las consecuencias de nuestros hábitos de consumo. ¿Qué sentido tiene lamentarse por el incendio de la selva amazónica si seguimos comprando carne? Están quemando bosques y selvas para que no falte carne en nuestros supermercados.
-Es que no nos damos cuenta de cuánto contaminamos -dijo otra alumna-. Ahora estamos tomando té en vasos de plástico y usamos ropa que tiene un montón de plástico adentro. Pareciera imposible llevar una vida normal sin contaminar.
-Tal cual. El problema radica en creer que la alternativa es o arrasamos con todo o somos ángeles. Y la verdad es que no somos ángeles. Mientras practicamos taichi chuan hoy seguramente matamos a varias hormigas que andaban por la zona de práctica, y lo hicimos sin darnos cuenta. Los humanos necesitamos comer para vivir, y esa comida sale de la tierra. Las células de la manzana que comí hoy estaban vivas, pero murieron al llegar a mi estómago. Necesitamos quemar algo para calentarnos en invierno, ya sea madera, carbón, petróleo o uranio. Necesitamos ropa para cubrirnos y la industria textil es una de las más contaminantes. A nuestro paso por la Tierra generamos destrucción. Es inevitable. Pero ese proceso destructivo, hasta hace algunos años, se mantenía dentro de un equilibrio natural global. Consumíamos los recursos del planeta, pero a una velocidad que permitía a la Tierra recuperarse. En los últimos tiempos ese equilibrio se rompió.
-La clave está en recuperar el equilibrio. ¿Pero cómo? Hay muchas maneras terribles de recuperarlo. Hay una sola deseable: el consumo responsable. Somos más de 7 mil millones de personas y el planeta no soporta el nivel de consumo actual. Si todos los habitantes de la Tierra tuvieran el nivel de consumo de los norteamericanos, harían falta 5 planetas Tierra para abastecerlos.
-Es indispensable reducir lo más posible el consumo y la generación de basura. Y lo deseable es que esa reducción sea voluntaria. Aquí es donde juega un papel fundamental la energía de la Restricción de la que hablamos hace un tiempo.
-Al comienzo de cada clase decimos: «Ahora ponemos toda nuestra atención en lo que estamos haciendo» y ahí está clave del cambio que necesitamos. Esa atención que educamos durante la clase de taichi chuan, podemos aplicarla a todos los momentos de la vida. Es fundamental estar atentos a las motivaciones y a las consecuencias de nuestro consumo. Cada vez que estamos por comprar algo, conviene preguntarnos: «¿realmente necesito esto?». Cada vez que estamos por descartar algo, conviene preguntarnos : «¿podría prolongar la vida útil de esto que estoy por tirar a la basura? ¿podría reciclarlo de alguna manera?».
-Alguien podrá decir: «Sí, los recursos son cada vez más escasos, pero están muy mal repartidos», y tendrá razón. Los países más ricos y los sectores más altos de la sociedad tienen niveles de consumo insostenibles, pero a su vez son el modelo que inspira a la gente. La mayoría de las personas, al pensar en una buena calidad de vida, se imagina a un millonario que toma sol en su mansión frente al Mediterráneo; muy pocos imaginan la vida austera de un capitán de barco que salva inmigrantes náufragos en el Mediterráneo. Por eso es fundamental educar a los más ricos en los principios del consumo responsable. Porque la inmensa mayoría de la gente quiere vivir y consumir igual que ellos.
-Uno de los pensamientos más destructivos sobre esta cuestión es: «Lo realmente importante es lo que pueden hacer los gobiernos y las grandes corporaciones. Lo que yo haga no sirve de nada». No es cierto. Lo que cada persona haga en su práctica cotidiana es muy importante, porque va generando consensos que tarde o temprano los gobiernos se verán obligados a reconocer y poner en práctica. Es necesario empoderarse como consumidores responsables. La «Parábola del colibrí», de Herbert José de Souza, ilustra muy bien el tema de la responsabilidad personal dentro de los procesos colectivos. Que cada uno haga su parte.
-Gracias por escuchar.
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Autor: Daniel Fresno