Andá a lavar los platos

por Daniel Fresno

—Este tipo de respiración es muy útil cuando la persona sufre ansiedad—dije durante la clase de chi kung—. Lo primero que hacemos al salir de la madre es respirar y a pesar de que hace muchos años que respiramos, la mayor parte del tiempo lo hacemos de manera inconciente y automática. Y esto no es algo malo en sí mismo. En la vida hay muchos asuntos que atender y no podemos estar las 24 horas concentrados en la respiración. Sin embargo, para tener una vida sana y equilibrada es fundamental que todos los días, como rutina, hagamos estos ejercicios para conectarnos con la respiración porque nos brindan herramientas potentes para lidiar con el estrés y las emociones aflictivas.

Vamos por el mundo como sonámbulos, haciendo cosas dormidos. Una metáfora moderna de este estado de inconciencia son los zombies: muertos que no saben que están muertos y que no pueden parar, motorizados por un hambre compulsiva. En los momentos de ansiedad esta respiración funciona porque nos hace parar y nos conecta con esa manifestación básica del impulso vital: la respiración. Si estamos respirando es porque estamos vivos. Tomar conciencia de que estamos vivos nos despierta por un instante de la pesadilla zombie.

Una persona vino a verme porque no podía dormir de noche. Un miedo indefinido le impedía conciliar el sueño. Después de practicar esta respiración la calidad de su sueño mejoró notablemente. Es que al respirar concientemente nos llenamos de aire y eso genera espacio. En medio del ataque de ansiedad solo podemos ver el miedo, que ocupa todo nuestro campo visual. Al respirar profunda y lentamente vamos generando espacio alrededor del miedo, que se vuelve más pequeño y eso nos da una mejor perspectiva y serenidad.

Al respirar concientemente descubrimos el placer de la respiración. Nuestra capacidad de disfrutar una actividad es directamente proporcional a la capacidad de estar atentos y presentes en ella. Cualquier actividad que abordemos, desde limpiar un baño apestoso, hasta cenar en un restaurante elegante, todo será fuente de disfrute y aprendizaje si lo hacemos con plena conciencia. En cambio, será fuente de malestar y sufrimiento si lo hacemos, como suele decirse «pensando en otra cosa».

Les sugiero hacer este simple ejercicio. Elijan una actividad rutinaria y cotidiana, como por ejemplo lavar los platos. Antes de empezar la tarea definan una intención, por ejemplo: «Voy a lavar estos platos porque deseo que estén limpios cuando yo o la gente que vive conmigo los volvamos a necesitar. Y voy a realizar esta tarea como una forma de cultivo espiritual». Durante la tarea enfoquen la atención en la respiración y en cada detalle de lo que están haciendo. Seguramente su atención se dispersará. Todas las veces que esto ocurra vuelvan a traerla amablemente a lo que están haciendo. Al terminar, dediquen unos segundos a sentir el regocijo de haber completado la tarea. Verán qué diferente es lavar los platos de esta manera.

La ansiedad es una verdadera epidemia mundial y se acentuó con la pandemia de covid-19. La ansiedad tiene su origen en la falta de atención. Como los zombies, vamos por el mundo actuando de manera inconciente y compulsiva. Cuando llega la factura de esas acciones compulsivas no entendemos nada, no comprendemos la causa del lio en que estamos metidos y sentimos que la vida funciona de manera cruel, caprichosa y azarosa. Es lógico en estas circunstancias sentir ansiedad y temer al porvenir. Cuando no actuamos concientemente la vida se vuelve una película de terror.

La manera de salir de esto es educando la atención para pensar, hablar y actuar de manera conciente. Los primeros pasos en ese camino, los cimientos de ese gran edificio, están aquí en estos simples ejercicios de respiración.

Gracias por escuchar.

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