Aprender de las madres en tiempos difíciles

por Daniel Fresno.

—Quiero desearle feliz día a las madres de nuestra comunidad —dije durante la clase de Taichi Chuan—. Estamos agradecidos a todas las madres de todos los tiempos porque si estamos aquí es porque una mujer eligió alojarnos en su vientre y alumbrarnos.

En tiempos antiguos las mujeres tenían más hijos porque la fuerza de trabajo era más necesaria que hoy y había muchas hambrunas y epidemias. En los tiempos actuales los avances de la Ciencia aumentaron las expectativas de vida e hicieron menos necesaria la fuerza de trabajo. Tal vez por eso la natalidad se está reduciendo.

Sea como sea, estamos agradecidos a las mujeres que eligen ser madres, porque gracias a ellas la vida humana sigue abriéndose paso en el planeta.

Quiero aprovechar esta fecha para que reflexionemos sobre la fuerza de la maternidad, porque dentro de ella habitan las cuatro energías del amor verdadero.

La primera es la energía del amor bondadoso. Ese desear el bien del otro y actuar en ese sentido. La madre desea el bien del hijo y actúa movida por ese deseo.

La segunda es la energía de la compasión. La madre desea aliviar el sufrimiento del hijo y actúa en ese sentido.

La tercera es la energía de la alegría. La madre se pone contenta si al hijo le va bien y siente como propios sus éxitos.

Por último, la energía de la inclusión. Desde el momento de la concepción, la madre incluye al hijo. Comparte con él su cuerpo, su alimento y su energía. Luego del parto sigue asistiéndolo y acompañándolo para que pueda aprender a valerse solo y así poder algún día sostener a otros, como la madre hizo con él.

Esta manera de entender la inclusión podría aplicarse a nivel social, brindando asistencia material a los necesitados y al mismo tiempo ayudándolos a ponerse de pie, para que algún día también puedan retribuir ayudando a otros.

El obstáculo del egocentrismo

Sin embargo, estas cuatro energías presentes en la maternidad son muy escasas en nuestra sociedad actual y necesitamos cultivarlas más que nunca.

El principal obstáculo es el egocentrismo que parece ser la regla. El egocentrismo nos impide incluir al otro y verlo como un ser sintiente como nosotros.

Los medios de comunicación y las redes sociales acentúan ese egocentrismo. La pornografía frecuentemente promueve estereotipos irreales. En el extremo opuesto, el cine comercial hace lo mismo. Tanto el machismo de la pornografía como el hembrismo de Hollywood enfocan la relación sexual como sometimiento y lucha por el control, no como un encuentro de almas. La otra persona es un objeto, una mina de la cual se extrae algún beneficio. No hay bondad, no hay compasión, ni alegría ni inclusión.

Nosotros somos adultos y tenemos anticuerpos contra tanto sinsentido. Pero ¿qué pasa con los adolescentes y jóvenes? Ellos buscan orientación en las pantallas y lo que encuentran allí lo toman como modelo. Luego salen al mundo y se encuentran con que las personas reales son muy diferentes y el choque es brutal.

Sabemos que los medios y las redes sociales no son el mejor sitio para aprender a vincularse con el sexo opuesto. Que eso es mejor aprenderlo en casa. Pero lo cierto es que muchos hogares enfrentan desafíos estructurales: familias monoparentales, padres ausentes emocionalmente, o relaciones conflictivas entre los adultos. Es difícil aprender sobre convivencia armoniosa cuando los modelos disponibles están fracturados.

Se está generando un enfrentamiento en el que la mitad de la humanidad ve a la otra mitad como el enemigo. Nada bueno puede salir de esto.

Necesitamos educar en el amor, la compasión y la sabiduría. No con discursos bonitos, ni señalando con el dedo, sino con el ejemplo. El primer paso es conectarnos de manera amorosa y compasiva con nosotros mismos. Luego podremos conectarnos de manera amorosa y compasiva con el otro.

No es tarea fácil y habrá muchas tormentas en el camino. Pero cuando estemos confundidos y rodeados de oscuridad, podemos volver a esas cuatro energías que toda madre encarna: bondad, compasión, alegría e inclusión. Ellas serán nuestra brújula en la oscuridad.

Gracias por leer.

Que tengas paz y alegría.