No desconectar la alarma
-Durante la clase del sábado ocurrió algo interesante -dije-. Al empezar, nos reunimos alrededor del árbol, lo saludamos y recitamos el mantra. Mientras hacíamos esto, un señor se sentó en un banco de la plaza. Tomaba mate y fumaba un cigarrillo mientras nos observaba. Cuando terminamos de recitar el mantra se acercó y me dijo: «Me llama la atención el respeto que ustedes demuestran hacia la Naturaleza. Ojalá todo el mundo respetara la Naturaleza de la misma manera. Yo vivo enfrente y todos los sábados los veo practicar. Hoy quise acercarme a saludarlos. Los felicito».
-Agradecí sus palabras y luego estrechó mi mano y se fue con el mate y el cigarrillo. Como muchas personas, este vecino también está preocupado por el deterioro ambiental y piensa que la actividad humana está destruyendo la Naturaleza. Pero en realidad la Naturaleza no corre un serio peligro. Si la Humanidad se extinguiera, la Naturaleza se regeneraría en pocos años. Como ocurrió en Chernobil luego del estallido del reactor nuclear en 1986. La ausencia de humanos y de la actividad económica humana permitió que la zona se convierta en un paraíso natural.
-Los humanos no estamos destruyendo la Naturaleza, estamos destruyendo nuestra naturaleza. Con la calentamiento global estamos generando desiertos, tormentas e inundaciones que van a acabar con la vida humana. Con la contaminación del agua y la tierra estamos envenenando nuestra comida. El planeta y su fabuloso mundo natural van a seguir existiendo, pero los humanos nos estamos suicidando en cámara lenta. De la misma manera que el señor de la plaza está destruyendo su bosque interno, sus pulmones, con cada cigarrillo que fuma. El está preocupado por la Naturaleza, pero no registra el daño que el tabaco genera en su ecosistema interno.
-Yo fui fumador y recuerdo cuando probé el primer cigarrillo durante mi adolescencia. Al tragar el humo mi cuerpo reaccionó de manera violenta tratando de eliminar el veneno inhalado. Tosí mucho y sentí náuseas. Mi organismo hizo sonar su alarma, pero yo la ignoré. ¿Por qué? Porque quería aprender a fumar y parecerme a esos hombres que por entonces tenía como modelo. Para mí lo importante era eso y todo lo demás no importaba. Desconecté la alarma.
-La actividad económica humana muchas veces hace sonar la alarma del medio ambiente, pero preferimos desconectarla. Los accionistas de la empresa minera reciben las ganancias y todo lo demás no les importa. ¿Por qué? Porque no viven en el territorio de la mina. No beben el agua contaminada con cianuro. Seguramente viven en otro país y las ventanas de su casa dan a un bosque de ensueño. Esa es su manera de desconectar la alarma.
-Buena parte del calentamiento global está provocado por la deforestación. En nuestro país se talan bosques para cultivar soja, porque es un buen negocio. Las personas que hacen esto están motivadas por la ganancia que van obtener y todo lo demás no les importa. No viven en un campo de soja, no se envenenan con los plaguicidas, ni sufren las inundaciones y sequías provocadas por el desmonte. Seguramente viven lejos de ahí, en algún barrio exclusivo, rodeados de comodidades y belleza natural. Esa es su manera de desconectar la alarma. Al desconectar la alarma, se ignora una parte de la realidad y eso impide comprenderla en todos sus aspectos.
-Cuando criticamos el deterioro ambiental provocado por los negocios agropecuarios a veces ignoramos un aspecto del fenómeno y no registramos en qué medida nos beneficiamos de esos negocios. La soja y el complejo agro-industrial generan daño ambiental, pero también generan divisas. Es cierto que muchas de esas divisas se fugan, pero si nuestro país no exportara productos agropecuarios estaríamos mucho peor de lo que estamos ahora.
-Al comenzar con los ejercicios de la clase decimos: «Ahora ponemos toda nuestra atención en lo que estamos haciendo». Y durante toda la práctica enfocamos la atención en cada instante del movimiento y en las sensaciones internas generadas por éste. Cuando hacemos tui shou ponemos la atención además en lo que está haciendo el compañero. Nuestra práctica es un poderoso entrenamiento de la atención. En lugar de desconectar, buscamos conectar: la mente con el cuerpo, la derecha con la izquierda y lo de arriba con lo de abajo. Uno de nuestros avisos para promocionar las clases de taichi chuan dice: «Conectate con vos».
-Cuando enfocamos la atención, conviene hacerlo prescindiendo de cualquier preferencia, prejuicio, ideología o creencia. Tratamos de usar esa mente curiosa de la que hablamos hace un tiempo. Esa es la mejor manera de captar la realidad de manera completa, en todos sus aspectos. Si logramos enfocar este tipo de atención en todas nuestras acciones es imposible que nos hagamos daño a nosotros o a nuestro medio natural. Si el fumador observa con total atención las señales de alarma que enciende su organismo, si pone atención en las consecuencias de sus actos, es muy difícil que siga fumando. Sólo puede seguir haciendo daño si desconecta las alarmas.
-Si ponemos atención en nuestros hábitos de consumo y en las consecuencias que estos tienen sobre nuestra vida y la de nuestros seres queridos, será posible torcer el rumbo auto-destructivo en el que estamos embarcados.
-Gracias por escuchar.
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Autor: Daniel Fresno