Excusas_2

Viernes por la mañana. En las redes sociales veo el video de un monje taoísta meditando en lo alto de una roca, frente a un estanque, rodeado de un paisaje encantador. De fondo se escucha música tradicional china, el sonido de un arroyo y el canto de los pájaros. El que colgó el video comenta: «me gustaría meditar así y en un lugar como ese».

Miro el reloj y ya es la hora de ir al entrenamiento Fusión. Salgo a la calle. El día está frío y nublado. En el camino alcanzo a un vecino que va más despacio. Con una sonrisa le digo «buen día» y sigo caminando sin recibir respuesta. Al llegar a la esquina, el semáforo me detiene. El vecino llega y me dice: «sería un buen día si estuviera en las islas Caimán con tres millones de dólares».

Esa mañana, con pocos minutos de diferencia, me encontré con dos personas en apariencia muy diferentes. El que colgó el video del monje parece un tipo con inquietudes espirituales. Mi vecino, en cambio, parece tener aspiraciones más materialistas. Sin embargo, ambos tienen algo en común: no están conformes con el lugar en el que están. Uno desearía estar en un ambiente natural, cerca de un arroyo, rodeado de árboles y pajaritos; ahí sí podría sentarse en calma a meditar. El otro desearía estar en un paraíso fiscal con una cuenta millonaria; ahí sí, tendría un buen día.

Cuando volví de la plaza encontré este dibujo de Zen Pencils ilustrando un texto de Charles Bukowski, que habla justamente sobre las excusas.

bukowski