Golpes mortales

plop

por Daniel Fresno

Hay frases que son difíciles de olvidar por la sabiduría que transmiten. Otras resultan inolvidables por todo lo contrario.

Estaba charlando con un profesor de los llamados estilos internos. La conversación se había adentrado en los pantanosos terrenos del vale todo y el profundo proceso de transformación que se dio en las artes marciales a partir de los años `90 con la aparición de las llamadas artes marciales mixtas.

—Le dicen “vale todo”, pero es mentira que valga todo —dijo el profesor—. Muchas de las técnicas que nosotros practicamos están prohibidas ahí. No se pueden atacar los ojos, ni los testículos. El estilo que yo practico tiene muchos golpes mortales que son para sacar ojos, romper cráneos, dañar órganos internos, atacar puntos vitales, etc.

—¿Cuántos ojos sacaste? ¿Cuántos cráneos rompiste, cuántos órganos internos paralizaste durante tu entrenamiento? —pregunté.

—Ninguno. Son técnicas muy peligrosas.

—Lógico —dije—. Es muy difícil entrenar técnicas mortales porque matarías a tus compañeros y alumnos. Te quedarías sin nadie con quién practicar y además, irías preso y cargarías sobre tu conciencia con el remordimiento de haber matado gente.

Dejemos de lado por un momento al profesor de nuestra historia para ahondar en este punto. Sabemos por experiencia propia y porque nuestros maestros lo dicen siempre que para dominar una técnica hay que practicarla sistemáticamente. Un enfrentamiento real implica mucha presión física y mental y, cuando estamos bajo presión, no nos salen las técnicas sofisticadas que practicamos un par de veces, nos sale lo más básico, lo más instintivo, lo que tenemos grabado a fuego en la memoria corporal. Y muchas veces, cuando la persona no recibió entrenamiento, la reacción instintiva suele ser desastrosa o poco eficaz. De ahí la importancia del entrenamiento en pareja. No aprendemos a aplicar bien las técnicas únicamente haciendo la forma o luchando contra un adversario invisible. Necesitamos practicar, experimentar y poner a prueba las técnicas con un compañero de práctica que oponga una resistencia consensuada. Necesitamos practicar en pareja muchas pero muchas veces una sola técnica, hasta hacerla instintiva, hasta grabarla en la memoria corporal. Sólo así nos va a salir cuando estemos bajo presión.

Volvamos ahora a la conversación con el profesor de las técnicas mortales.
—Si algún día necesitamos defendernos —dije—, sólo podremos confiar en aquello que practicamos muchas veces con otros compañeros durante el entrenamiento. Los golpes mortales es probable que no funcionen porque no tuvimos oportunidad de practicarlos.

Entonces, el profesor dijo la frase inolvidable:

—Cuando hacés estilos internos, no necesitás practicar.

—¡Plop!