Transformar el sufrimiento heredado de los padres

Hace poco alguien preguntó:

Creemos que la muerte es el final de todo. Creemos que morir significa dejar de existir. Pero ¿es realmente así?


El sutra corazón de la gran sabiduría es un texto budista del siglo 1 después de Cristo. Y dice que nada es creado y nada es destruido.

Más reciente, la primera ley de la termodinámica enseña algo parecido. Que la energía no se crea ni se destruye, sino que se transforma.

Cuando morimos, no dejamos de existir, nos transformamos. Los padres al fallecer no dejan de existir, siguen viviendo en nosotros.

A nivel biológico, están presentes en el núcleo de cada célula de nuestro cuerpo. Están presentes en el color de nuestros ojos y cabello, en la manera de sonreir o de fruncir el ceño.

A un nivel más sutil, los padres están presentes en la manera en que hablamos con nosotros mismos. Durante la infancia fuimos interiorizando sus palabras, duras o amables.

Por eso es tan importante elegir bien las palabras y el tono con el que nos dirigimos a los niños, porque esa será la voz que resonará en su interior.

Cuando los padres no logran transformar su sufrimiento, lo transmiten a los hijos. Buena parte de sufrimiento que experimentamos se alimenta del que heredamos de los padres. Y si no lo transformamos en nuestro interior, se lo pasaremos a otros. Aunque no tengamos hijos.

Una manera de transformar ese sufrimiento heredado es practicando esta meditación para cultivar el amor y la compasión, enfocándola en los padres, especialmente en los que viven dentro de nosotros.

Gracias por escuchar.

Que tengas paz y alegría.