Yanina
por Daniel Fresno—
Se acercó a las clases de taichi chuan de los domingos en octubre de 2014. Dijo que le había gustado una nota publicada aquí. Estaba un poco a la defensiva y dejó de venir al poco tiempo. Regresó en marzo de este año.
—Estuve evaluando otras opciones y quiero hacer taichi acá con vos —me dijo.Estaba más abierta y de buen humor. Sonreía como quien se liberó de una pesada y antigua carga. En todo momento mostraba gratitud. En una de las clases me contó de la enfermedad que le habían descubierto años atrás y del penoso deterioro que venía sufriendo en los últimos días. Para terminar, me preguntó:
—¿No te molesta que siga viniendo? A mucha gente, estar cerca de alguien enfermo le hace sentir mal y prefiere tomar distancia.
—No, Yanina —le dije—, tu presencia aquí es una bendición y estamos contentos de compartir la práctica con vos.
Me abrazó de una manera conmovedora. Siguió tomando clases hasta los primeros fríos del invierno. En julio le escribí para saber cómo estaba y me contó que seguía aprendiendo paciencia.
Ayer falleció.
El próximo domingo 6 de setiembre, al comenzar la clase de taichi chuan, vamos a recitar el mantra pensando en ella.
Conmovedora historia; gracias por compartirla. A veces pensamos que nuestras cargas son las peores ¡y no es así!
Cierto, Marcelo. Gracias por escribir.