Cómo detener la pérdida de energía

por Daniel Fresno

—A todos nos interesa el tema de la energía —dije durante la clase de taichi chuan—, porque sabemos que sin energía es imposible la vida. Tan importante es la energía que casi todas la guerras giran alrededor del control de los combustibles necesarios para generar energía. El cuerpo humano fabrica energía a partir de dos combustibles básicos: la comida y el oxígeno.

Disfrutamos cuando nos sentimos llenos de energía y sufrimos al sentirnos sin ella. Muchas veces a mitad del día experimentamos gran cansancio y no entendemos por qué. La energía vital es como el dinero: su abundancia no depende únicamente de cuánta somos capaces de generar, sino también de cuánta gastamos. Podemos cuidar la alimentación y practicar chi kung para producir más energía, pero seguiremos sintiendo cansancio si no cerramos las puertas por donde se escapa esa energía. ¿Cuáles son esas puertas? O dicho de otra manera ¿Cómo gastamos energía los humanos? Hay cuatro grandes actividades que consumen nuestra energía. Hoy hablaremos de dos de ellas.

La primera es el movimiento físico. Cuando nos movemos gastamos energía. La buena noticia es que si nos movemos de manera correcta, esa actividad física termina generando más energía. Es lo que pasa cuando entrenamos de manera inteligente. Durante la clase gastamos energía, pero al cabo de unos días descubrimos que estamos más fuertes, resistentes y flexibles. Antes nos cansábamos al correr el colectivo; ahora no. Gracias al entrenamiento el cuerpo aprende a generar más energía y a gastarla de manera eficaz.

El otro gasto de energía ocurre durante la actividad mental. El cerebro consume grandes cantidades de glucosa y oxígeno, los combustibles necesarios para generar energía. Y este consumo tiene sentido porque la mente es capaz de realizar tareas asombrosas. Pero durante el día son muy pocos los momentos en los que la mente debe resolver situaciones. El resto del tiempo debería descansar. Sin embargo la mayoría de las personas tienen la mente parloteando las 24 horas sin parar. Esto tiene dos consecuencias negativas: malgastamos nuestra energía y cuando necesitamos que la mente realice su trabajo, está tan cansada que resulta poco eficaz.

La gente está tan acostumbrada a esta mente de mono, a este ruido de fondo, que ya no lo registra. Pero la pérdida de energía es constante y provoca gran sufrimiento. La sociedad actual favorece esta pérdida de energía porque nos educa para que volquemos nuestra atención únicamente hacia el mundo exterior.

El primer paso para detener esa sangría de energía es rescatar nuestra atención y volcarla hacia adentro. Por eso esta práctica es tan valiosa. Porque nos enseña a educar y entrenar la atención. De esta manera logramos aquietar la mente para aliviar su estrés. Esto tiene dos grande ventajas: por un lado nos brinda paz interior y por el otro, hace que la mente sea más eficaz cuando la necesitamos.

Durante la clase enfocamos la atención en lo que estamos sintiendo y haciendo con el cuerpo. Este entrenamiento de la atención es fundamental para aprender a domesticar la mente y ponerla a nuestro servicio. Si quieren reducir la pérdida de energía que implica la mente de mono los invito a hacer este simple pero potente ejercicio que se llama «Observar el habla». Antes de hablar me pregunto:
1- ¿Qué mensaje busco transmitir a través de mi palabra?
2- ¿Realmente necesito transmitir ese mensaje?
3- ¿Qué palabras voy a usar para transmitirlo?
4- ¿Puedo reducir la cantidad de palabras para comunicar lo mismo?
5- ¿Qué impacto tendrán mis palabras en el otro?

Si hacen este ejercicio todos los días verán asombrosos resultados.

Gracias por escuchar.

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