La Revolución del Budismo Zen: Bodhidharma en China

por Daniel Fresno—
¿Sabías que el budismo chino era muy diferente antes de la llegada del monje Bodhidharma? Este enigmático maestro viajó hace 1500 años desde la India llevando consigo enseñanzas revolucionarias que no solo transformaron el budismo chino, sino que además crearon lo que se conoce como budismo zen y otras prácticas físicas y energéticas que aún hoy se cultivan. Pero ¿cómo logró estos cambios tan profundos? ¿Qué lo hizo tan especial?
Antes de la llegada de Bodhidharma, en el siglo V de nuestra era, el budismo chino era principalmente intelectual y devocional. Los rituales, las ceremonias, la lectura de los sutras, eran el centro de la práctica. No había mucho espacio para la experiencia intuitiva directa o el cuerpo físico. Era más pensar, que sentir.
Bodhidharma puso el acento en la meditación. Como una de las características de la práctica meditativa es aquietar el cuerpo y la mente, se usaba la palabra sánscrita Dhyana para designarla, que significa «detener» o «parar». Traducida al chino, Dhyana se transformó en Zhan. Cuando llegó a Japón, el Zhan chino se convirtió en Zen
Bodhidharma sostenía que la iluminación no se podía conseguir únicamente leyendo textos sagrados o realizando rituales, sino a través de la introspección, observando en profundidad la propia mente. Su escuela le daba tanta importancia a la meditación, al zhan, que se hizo conocida como budismo zhan.
Bodhidharma enfatizó la idea de una «transmisión directa de la mente» fuera de las escrituras. Esto significaba que la verdadera comprensión del Dharma no dependía de textos o palabras, sino de una experiencia directa y personal del practicante con su naturaleza búdica. Resumió este concepto en la frase; «Id más allá del lenguaje. Id más allá del pensamiento». Este enfoque fue revolucionario porque desafiaba la dependencia excesiva de los textos sagrados y promovía una conexión más íntima y personal con la práctica espiritual.
Bodhidharma llegó a un país donde el taoísmo ya era una tradición muy arraigada. En lugar de competir, buscó incorporar elementos taoístas, como el retorno a la naturaleza, la búsqueda de la simplicidad, y la armonía con el fluir natural de la vida. Esto, por un lado, hizo que el budismo fuera mejor comprendido y más aceptado por el pueblo chino y, por otro lado, generó una fusión única que distingue al budismo chino del indio.
Además de la práctica espiritual, Bodhidharma le daba mucha importancia al entrenamiento físico, al fortalecimiento del cuerpo. Creía que era imposible generar una mente disciplinada y despierta en un cuerpo débil y enfermizo. Por eso enseñó a sus discípulos técnicas físicas y energéticas para fortalecer el cuerpo y preservar la salud. Y artes marciales para la autodefensa.
Bodhidharma enseñó que la iluminación no era algo reservado a los monjes o eruditos que estudiaban los sutras en un templo en la cima de la montaña. Sostenía que la iluminación podía alcanzarse a través de la práctica cotidiana, en la vida cotidiana. Esto hizo que las personas comunes se interesaran por el budismo.
Bodhidharma no solo plantó la semilla del Zen en China. También integró el budismo con el taoísmo y enseñó que la armonía entre el cuerpo, la mente y la naturaleza es indispensable para alcanzar la iluminación. Su enorme aporte no es solo espiritual, sino también cultural porque marcó el comienzo de una nueva era en la historia del budismo.
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