El faro
por Daniel Fresno—
—Hay algo característico del taichi chuan que cualquiera puede advertir —dije durante la clase del miércoles—: sus movimientos lentos. ¿Por qué nos movemos lentamente? ¿Para no agitarnos? No, los motivos son otros y varios, pero hay uno sobre el que quisiera detenerme hoy. La lentitud del taichi chuan ayuda a enfocar la atención en lo que estamos haciendo en cada instante. Entrenar la atención es muy valioso pues permite conectar y armonizar la mente con el cuerpo. Esto ayuda a mejorar la vida, porque la desunión entre mente y cuerpo es fuente de enorme sufrimiento.
Por ejemplo, el maestro de taichi chuan nos da una serie de indicaciones sobre cómo tenemos que hacer los movimientos de la forma. Como queremos aprender, guardamos esas indicaciones en nuestra mente y empezamos a practicar tratando de seguirlas. Ahí descubrimos lo difícil que es hacer que el cuerpo realice lo que la mente sabe que hay que hacer. Mente y cuerpo suelen estar desconectados; parecieran separados por un abismo. El maestro me dice que me pare con los pies paralelos y yo estoy seguro de tenerlos paralelos. Pero si bajo la mirada, descubro que no, que tengo las puntas de los pies apuntando hacia afuera. ¿Por qué ocurre esto? Porque estoy habituado a pararme de esa manera. Los hábitos son muy poderosos y guían nuestras acciones cotidianas. El problema es que los hábitos se comportan como el camaleón y se vuelven invisibles. Sin embargo, actuamos siguiendo hábitos y no podemos escapar a las consecuencias de esas acciones.
Imaginemos que tengo el hábito de fumar. A pesar de que mi mente sabe que fumar hace daño, mi cuerpo sigue fumando porque, como dijimos, el hábito es muy poderoso. Tan poderoso que puede convencer a la mente con argumentos tipo: «mi abuelo era fumador y vivió hasta los cien años» o «a mí no me va pasar».
—Yo tengo un problema con el cigarrillo —dijo un alumno—. Estoy tratando de dejarlo pero me cuesta mucho. De pronto me doy cuenta de que me fumé un atado completo.
—Las adicciones funcionan a través de hábitos, por eso tenés la sensación de haberte fumado un atado «sin darte cuenta». Una mente concentrada ayuda a superar las adicciones porque echa luz sobre los hábitos y, al hacerlos visibles, empiezan a perder su poder. Hay dos maneras de usar la concentración para superar el tabaquismo. La primera es poner atención en cómo te sentís cuando no estás bajo el control del hábito. Por ejemplo ¿cómo te sentís cuando practicás taichi chuan?
—Bien. Respiro aire puro y me siento con más energía y vitalidad
—Es importante poner atención en cómo te sentís en ese momento y tratar de revivirlo, por ejemplo, practicando taichi chuan con más frecuencia. La segunda manera, es enfocar la atención en el momento de fumar. Que fumar no sea algo automático que ocurre sin intervención de la conciencia. Si estás haciendo algo y te dan ganas de fumar, dejás lo que estás haciendo y te concentrás en el acto de fumar. Sin apuro, sacás el cigarrillo del paquete, lo encendés y lo fumás lentamente, poniendo toda tu atención en cómo el humo entra y sale de tu cuerpo y en las sensaciones que surgen. Esto te ayudará a superar el hábito.
Decimos que el taichi chuan ayuda a enfocar la atención, pero a enfocarla en el aquí y ahora, no el cualquier lado. El «aquí» hace referencia al espacio, el «ahora» se refiere al tiempo. La mente suele vagar por diferentes sitios y tiempos, a veces está en el pasado, otras veces, en lo que está por venir. Les voy a contar algo que me pasó hace muchos años. Quería construir una biblioteca a medida para un rincón de mi estudio. Tomé las medidas e hice un diseño en papel que me dejó muy conforme. Fui muy entusiasmado a comprar las maderas y las cargué en un taxi. Al llegar a destino, mientras bajaba del taxi con las maderas, mi atención estaba en el futuro, en cuáles iban a ser los primeros pasos del armado de la biblioteca. Como mi atención no estaba presente al momento de cerrar la puerta del taxi, olvidé sacar el dedo pulgar, que resultó aplastado. Esta falta de atención provocó un accidente doloroso, que me costó la uña, dinero y varias horas de valioso tiempo que tuve que invertir en curarme. Además, el armado de la biblioteca tuvo que postergarse varios días. Les cuento esto para ilustrar de qué manera la atención enfocada en el aquí y ahora puede ayudar a prevenir accidentes. Yo no quería lastimarme el dedo y perder buena parte del día en la guardia médica, sin embargo todas mis acciones llevaron a esa situación.
La atención es como un faro que ilumina lo que no vemos de nosotros y del mundo que nos rodea. Somos navegantes en el océano de vida. Es de noche y navegamos a ciegas bajo la influencia de los vientos y las mareas. Los hábitos son los vientos, las emociones son las mareas. La luz del faro de la atención nos permite descubrir hacia dónde nos están llevando los hábitos y las emociones. Si vemos que estamos yendo hacia un destino no deseado, podemos cambiar el rumbo.
Gracias por escuchar.