Raíces
por Daniel Fresno—
—En mi barrio vive una chica que ama las plantas y los árboles —dije durante la clase de taichi chuan— . Si ella encuentra algún cantero vacío, le pide permiso a los vecinos para plantar algo. Cerca de casa hay un cantero muy grande en el que Natacha, ese es su nombre, plantó un árbol nativo hace más de un año. El tronco y la copa crecieron bastante y se lo veía saludable, pero los fuertes vientos que soplaron esta semana lo derribaron. Me acerqué a mirar y vi que, a pesar del gran desarrollo del tronco y el follaje, las raíces no habían crecido de la misma manera. Por eso no pudo resistir los embates del viento.
Nuestra práctica de taichi chuan se parece mucho al desarrollo de un árbol. Los movimientos de piernas y brazos son lo externo, lo visible, son el tronco y las hojas. La comprensión de la esencia del movimiento es invisible, son las raíces. Si éstas son superficiales o débiles, el árbol de nuestro taichi chuan podrá tener una bonita apariencia, pero se derrumbará cuando soplen vientos fuertes. El desarrollo de las raíces demanda trabajo a lo largo del tiempo y durante todo ese tiempo no veremos ningún progreso, porque las raíces están ocultas bajo tierra. Crecen de manera lenta, silenciosa e invisible.
Cuando enfocamos nuestra práctica en un único movimiento durante toda la clase, e insistimos durante varios meses con ese mismo movimiento, estamos fortaleciendo las raíces de nuestro taichi chuan para que crezca sano y fuerte. Tiempo atrás les hablé de un prestigioso maestro de artes marciales que aprendió la forma larga de taichi chuan en un fin de semana. Hace poco leí el testimonio de un profesor que estuvo en China seis semanas. Contaba que allí aprendió «entre otras cosas», una forma de taichi chuan de 18 movimientos. Suponiendo que se hubiera dedicado exclusivamente al taichi, debió haber aprendido tres movimientos por semana. Para tener una idea de lo que esto significa, piensen en el tiempo que ustedes invierten aquí para aprender un movimiento más o menos bien. Recuerden esto: lo que se aprende rápido, se olvida rápido.
El proceso de aprendizaje no es lineal. Está lleno de avances y retrocesos. Hace poco Laura contaba su experiencia. Había dedicado varios meses al movimiento «A», por ponerle un nombre, hasta que logró reproducirlo de manera aceptable. Luego aprendió el siguiente movimiento «B» y todo parecía andar bien, hasta que un día descubrió que había olvidado detalles de «A», ese movimiento que creía haber «aprendido». Esto que vivió Laura le pasa a todo el mundo. A medida que el tiempo transcurre y avanzamos en la práctica, van apareciendo «lagunas» en las zonas que creíamos haber consolidado. Por eso estudiamos al lado de un maestro, para poder preguntar y aclarar esas zonas oscuras que van apareciendo. Cuando uno aprendió taichi chuan en un fin de semana y no tiene al maestro cerca, se ve obligado a llenar esas lagunas con lo que tiene a mano. De esta manera el arte se va distorsionando.
No estoy diciendo que nuestra manera de entender el aprendizaje y la enseñanza sea la mejor; es la que más nos gusta. Hay muchas maneras de vivir el taichi chuan, como hay infinidad de maneras de vivir la comida. Así como existe la buena cocina, elaborada con los mejores ingredientes y manos amorosas, también están las llamadas «comidas rápidas», que tiene una apariencia atractiva y seduce a millones de personas. Porque no todo el mundo está en el mismo nivel, ni tiene los mismos deseos o necesidades. Además, gracias a que existe la «comida rápida», podemos reconocer la buena cocina. Por eso les cuento todo esto, para que puedan valorar nuestra práctica y tomar conciencia de la calidad de las raíces que están desarrollando.
Gracias por escuchar.