Gracias

-¿Cuánto les llegó de oxígeno? -pregunté durante la clase de taichi chuan-, y todos me miraron raro-. ¿Ya pagaron la factura del oxígeno de este mes ? -insistí y Silvina movió la cabeza negativamente-. Claro, no pagaron nada porque el aire es gratis. Y como es gratis, no le damos demasiada importancia y no nos preocupamos por él. Nadie se levanta a la mañana pensando: «¿Habrá oxígeno hoy? ¿Alcanzará para todos?».

-Sin embargo, deberíamos estar atentos a esta fuente de energía tan crítica. Si nos falta oxígeno por más de 10 segundos, perdemos el conocimiento; si nos falta unos pocos minutos, nos morimos. Pensemos en otras fuentes de energía, como el petróleo. ¿Cuántas guerras se iniciaron, cuántas vidas se perdieron, cuánto dinero se gastó para asegurar el control sobre este recurso energético? Sin embargo, la Humanidad vivió miles de años sin petróleo, pero no puede vivir más de unos minutos sin oxígeno.

-El sentido común que predomina en la sociedad no valora las selvas y los bosques, que es donde se fabrica el oxígeno que nos permite vivir. Por el contrario, se los destruye con la negligencia de quien cree que se trata de un recurso inagotable. «Siempre habrá árboles; no pasa nada si talamos unos cuantos». En nuestra ciudad hay muy pocos espacios verdes y el negocio inmobiliario busca reducirlos aún más. Tengo unos vecinos que acaban de comprar una casa que tenía un generoso jardín con un enorme árbol de 30 años. Lo primero que hicieron fue matar al árbol para construir una pileta y ahora están tapando toda la tierra del jardín con baldosas.

Meses atrás hablábamos sobre esa tendencia que tenemos todos de ignorar lo positivo, lo que tenemos y de darle más importancia a lo negativo, lo que nos falta, lo que nos duele. No valoramos el oxígeno y los árboles porque creemos que los tenemos asegurados para siempre. En nuestra escuela, lo primero que hacemos al empezar la clase es saludar y agradecer al árbol que nos da oxígeno y sombra. Creemos que cultivar la gratitud es muy importante, porque una mente agradecida es una mente feliz. Lo contrario a una mente agradecida es una mente insatisfecha.

-Cuando hablo de mente insatisfecha no me refiero a la mente curiosa que busca comprender y aprender cosas nuevas. La mente insatisfecha es un barril sin fondo que sólo ve lo negativo, lo que falta, que nunca se llena y es una fuente inagotable de sufrimiento. Para cultivar una mente satisfecha podemos empezar por nosotros mismos, agradeciendo lo que tenemos. Durante la práctica de chan chuang saludamos y agradecimos a nuestros pies, rodillas, cadera y columna vertebral por estar ahí y por el enorme servicio cotidiano que nos prestan. Es bueno estar agradecidos de tener dos piernas y dos brazos en buen funcionamiento.

-Tiempo atrás me lesioné las rodillas y me dolían mucho en mi actividad cotidiana y también cuando estaba acostado en la cama. En esos días tomé conciencia de lo maravillosa que era mi vida cuando mis rodillas estaban sanas. Por eso, luego de haberme curado, cada vez que me levanto de la cama o cuando corro o subo y bajo escaleras, le doy las gracias a mis rodillas por estar ahí, sosteniéndome y permitiéndome ir de un lado a otro. Agradecer a la estructura ósea y a los órganos es una rutina saludable.

-También hace bien cultivar la gratitud hacia la gente más cercana, dar las gracias por lo que recibimos cotidianamente, porque podríamos no haberlo recibido. La gratitud ayuda a cultivar una mente satisfecha en aquel que agradece, pero también tiene un efecto muy potente sobre quien recibe las gracias. Alguien podrá decir que los miembros de la pareja asumieron compromisos de mutua ayuda en la salud y en la enfermedad y que, por lo tanto, no es necesario agradecer. Pero lo cierto es que sonreir y dar las gracias por lo que recibimos del otro mejora notablemente la convivencia.

-Se acercan las fiestas de fin año, momento en el que la gente se junta a comer y este es otro buen momento para ejercitar la gratitud. Dar las gracias por la comida recibida es importante. Aunque esa comida la hayamos comprado con nuestro dinero, damos gracias igual. Gracias a quienes la cocinaron, a quienes la cultivaron y cosecharon y también a quienes la hicieron llegar hasta el mercado del barrio. Todo este enorme trabajo lo hicieron otras personas y estoy agradecido porque yo no habría sabido ni podido hacerlo igual.

-Para terminar quiero darle las gracias a todos por estar aquí. Ustedes son una bendición. Cuando termina la clase y me despido, a cada uno le digo: «Gracias por haber venido», y no se trata de un formalismo. Es un agradecimiento sincero. Desde hace mucho vengo soñando con construir esta Escuela y sin la presencia de los alumnos, no hay escuela posible. Por eso, muchas gracias.


Autor: Daniel Fresno