El músculo de la generosidad
por Daniel Fresno—
—Cuando le preguntaron al Buda cuál es el primer paso a dar en el camino espiritual, su respuesta fue: «Cultivar la generosidad» —dije durante la clase de taichi chuan— . La generosidad ayuda a liberarnos de la mente de carencia y nos conecta con nuestra riqueza interior. La generosidad produce una felicidad auténtica y duradera. La generosidad ayuda a disolver el miedo. La generosidad es causa de abundancia. La buena noticia es que vivimos tiempos excelentes para fortalecer la generosidad.
Nuestros huesos y músculos se fortalecen al luchar contra la fuerza de gravedad. Cuando éramos bebés no teníamos suficiente fuerza para mantenernos de pie y la fuerza de gravedad nos doblegaba fácilmente. Pero seguimos insistiendo y así nos hicimos fuertes para ponernos de pie y caminar. En Dragon Ball había un personaje llamado Vegeta, un fanático de las artes marciales, que viajaba a un planeta donde la fuerza de gravedad era mucho mayor que en la Tierra. Allí entrenaba y desarrollaba una fuerza fabulosa.
Por el contrario, los astronautas que viven varios meses en estaciones espaciales están en un ambiente sin gravedad y eso hace que sus músculos y huesos se debiliten. Es así, nos ponemos fuertes luchando contra una resistencia. La resistencia es una fuerza que se opone al movimiento y la contracción muscular, y al luchar contra ella, los músculos se ven obligados a trabajar más duro y desarrollar su capacidad para contraerse y vencer la resistencia.
De pecado a virtud
La generosidad es como un músculo: se fortalece luchando contra una resistencia. Esa pesa que ayuda a fortalecer la generosidad es la codicia.
La semilla de la codicia está en la mente de todos nosotros. Es esa certeza de que lo que tenemos no es suficiente, de que necesitamos acumular más de lo que realmente necesitamos.
Tradicionalmente la codicia era escondida pues se la consideraba pecado. Pero las cosas cambiaron. Hoy la codicia ya no es vista como algo negativo, sino como una virtud. Hace poco el presidente de la Nación dijo que aquellos que evaden impuestos son «héroes». En tiempos de extremo individualismo es lógico que la codicia sea vista como una virtud.
En estos tiempos de crisis es habitual escuchar historias de cirujanos u otros profesionales que sienten que no están cobrando lo justo. Por eso, muchos piensan en irse a otros países donde ofrecen mejores salarios. Excepto una pequeña minoría privilegiada, todos estamos ganando menos y gastando más para comer y pagar servicios básicos. Está bien aspirar a cobrar un salario justo. Pero conviene preguntarse ¿por qué hacemos lo que hacemos? El trabajo que hago ¿lo hago únicamente por el dinero?
Cuando el Estado deja de cumplir su papel de asistencia a los más vulnerables, cuando tanta gente padece pobreza material y espiritual es el mejor momento de poner en marcha formas de generosidad alternativas. Podemos practicar la generosidad de infinitas maneras. Podemos dar nuestro dinero o bienes materiales. Podemos dar nuestro tiempo y energía. Podemos dar nuestra presencia conciente. Podemos dar una escucha amorosa y compasiva. Podemos dar palabras de aliento y seguridad. Podemos dar una sonrisa.
El taichi chuan nos enseña mucho sobre la generosidad. Algunas personas se acercan a la práctica con mucha codicia, con la ambición de aprender mucho y en poco tiempo. Quieren acumular conocimiento, pero no quieren invertir tiempo, ni energía. Lo que obtienen es muy pobre. En cambio, las personas que son generosas con su tiempo, su energía, su concentración, su paciencia, su fuerza de voluntad, logran una comprensión profunda del arte.
Cultivar la generosidad conduce a la riqueza y la felicidad. Porque todo lo que damos durante la siembra, vuelve a nosotros en la cosecha. La clave de la abundancia no es recibir y acumular, sino dar y soltar. Porque solo somos dueños de aquello que entregamos al mundo.
Gracias por escuchar.
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Hermosa reflexión y necesario como brújula en estos tiempos aciagos.
La generosidad implica escuchar al otro, es ahí que nos enriquece y aligera. Pensaba que ser maestro es ser generoso. Gracias por tus enseñanzas! Saludos