Artes Marciales y Espiritualidad

por Daniel Fresno

Hola.
¿Es posible practicar artes marciales y a la vez promover el amor y la compasión? Algunos piensan que para practicar artes marciales hay que ser una persona violenta. Otros creen que la práctica espiritual implica negar o reprimir la agresividad. ¿Es realmente así? Hoy revisaremos estos mitos y exploraremos una perspectiva que podría cambiar tu manera de entender la violencia, la agresividad y la defensa personal.

Hace poco alguien envió este mensaje:


”Vivimos en un mundo lleno de odio y violencia. Participo de tus encuentros de meditación desde hace tiempo y valoro tu mensaje de promover el amor y la compasión, sobre todo en las meditaciones de los viernes. Pero sé que también enseñás artes marciales. ¿No hay una contradicción entre promover el amor y la compasión por un lado y la práctica de las artes marciales, que es violencia física?”.

Muy buena pregunta. Quien la hizo demuestra tener una mente curiosa y reflexiva. Trataremos de responderla. Primero aclaremos algo fundamental: agresividad no es lo mismo que violencia.

La agresividad es una energía básica presente en todos los seres vivos. Es una energía que apunta a preservar la vida. Es el instinto de supervivencia. Cuando los glóbulos blancos en nuestro cuerpo detectan una bacteria, empiezan a perseguirla hasta rodearla y devorarla. Los glóbulos blancos actúan con agresividad.Cuando comemos algo en mal estado, vomitamos. Este es un mecanismo por el cual el cuerpo actúa agresivamente para eliminar una amenaza y así preservar la vida. Cuando nos defendemos de un ataque físico también actuamos con agresividad para protegernos.

La violencia, en cambio, es otra historia. Es un fenómeno humano alimentado por el odio. La violencia busca eliminar al otro, dañar al otro o dominarlo. Entonces ¿dónde encajan las artes marciales?

Hay muchas maneras de entender el arte marcial. Nosotros lo entendemos como una disciplina que apunta a defender a preservar la vida propia y la de los demás. En la escuela de artes marciales el practicante aprende a conectarse con su propia agresividad y con la del otro. Y aprende una inteligencia corporal que le permitirá resolver problemas de defensa personal.

Durante la práctica marcial se despliega la energía de la agresividad en diferentes niveles de intensidad y está bien que así sea. Pero no hay odio y no hay violencia. Por eso en las escuelas tradicionales primero se le enseña al alumno a templar su carácter y luego se le enseñan las técnicas marciales. El objetivo es que el practicante aprenda primero a lidiar con sus impulsos violentos y a desarrollar templanza.

¿Hay personas que usan las técnicas marciales con fines violentos? Sí las hay. En el mundo de la ficción Cobra Kai es un ejemplo conocido por todos. En el mundo real, los guardaespaldas que son usados por sus jefes para intimidar o para “ajustar cuentas” son otro triste ejemplo. Pero la práctica marcial no necesariamente está impulsada por el odio y la violencia.

Es más, el arte marcial puede ser una herramienta para cultivar el amor y la compasión.

Si alguien me ataca y yo uso el arte marcial para defenderme, estoy preservando mi vida. Ese es un acto de amor hacia mí. Pero al impedir que el agresor me haga daño, estoy impidiendo que siga generando karma negativo. Ese es un acto de compasión.

Hay un caso de la vida real que sirve para mostrar cómo el arte marcial puede usarse con fines amorosos y compasivos.

Jan Lucanus vive en Estados Unidos. Practica taichi chuan y jiu jitsu y es entrenador del equipo norteamericano de tui show.

Un domingo Jan estaba en la iglesia con su madre y su hijo. Un hombre en situación de calle empezó a molestar a las mujeres de la congregación. Se le pidió sin éxito que se fuera. Jan intervino tratando de hacerlo salir afuera de la iglesia. El vagabundo se resistió y empezó a lanzar golpes y Jan lo llevó al suelo y lo controló con un “mataleón”. Entonces le dijo: “Si seguís resistiéndote, te voy a dormir, pero si te quedas quieto, voy a dejarte consciente hasta que venga la policía”. El hombre dejó de resistirse y así se quedaron en el suelo esperando a que llegara la policía. Alguien grabó la escena y luego Lucanus subió el video a sus redes sociales.

Lo que vemos en esta situación es que Lucanus aplicó la fuerza física y la agresividad para proteger su integridad y la de su comunidad. Pero lo hizo sin violencia. ¿Por qué? En parte, por los principios morales que guían a Lucanus. Pero hay un segundo motivo que es muy importante y es el entrenamiento.

La confrontación física es impredecible y si no recibimos entrenamiento adecuado, si no desarrollamos una inteligencia corporal que nos permita lidiar con las situaciones que ahí se generan, lo más probable es que sintamos miedo. Y el miedo se transforma rápidamente en odio. Y el odio da lugar a la violencia. Y esto explica por qué la situación se desarrolló de esa manera en la iglesia. Porque Jan Lucanus estaba entrenado física y mentalmente. Esto explica también por qué tantas veces la policía recurre a la fuerza letal en situaciones que no lo exigen. La falta de entrenamiento adecuado lleva a actuar por miedo y el miedo genera violencia.

Volviendo a la pregunta del comienzo. Nosotros entendemos el arte marcial como una herramienta para cuidar la vida y sabemos que esa herramienta puede usarse con amor y compasión. No hay contradicción entre el arte marcial y la práctica espiritual. Ambas se nutren mutuamente.

Muchas gracias por leer.

Que tengas paz y alegría.