Secretos de una Vida con Propósito

por Daniel Fresno —
¿Hacia dónde va tu vida? ¿Tenés claro tu propósito o simplemente dejás que el destino te lleve?
Esta es la primera de una serie de notas sobre los aforismos del Maestro Chao. Pero antes de seguir quiero contarte quién es este maestro, mi maestro.
El señor Chao Piao Sheng es un hombre sabio y bondadoso que nació en Taiwán en 1950 en una familia de trabajadores. Allí, en la ciudad de Taichung, aprendió artes marciales internas con el legendario Wang Shujin. También aprendió medicina tradicional china y nei kung de la médula ósea y bebió de las enseñanzas de la maestra del dharma Cheng Yen, referente del budismo humanista a creadora de la Fundación Tzu Chi.
Siguiendo un sueño, llegó a la Argentina en 1985, donde se dedicó a aliviar el sufrimiento de sus pacientes a través de la acupuntura y el masaje tui na y a fortalecer el cuerpo y la mente de sus alumnos a través de las artes marciales internas, el chi kung y la práctica espiritual.
Publicó dos libros “Bajo el árbol” y “Vibrando en la Naturaleza” y una serie de aforismos que hoy cualquier persona que vaya a su consultorio puede ver pegados en la pared. En esta nota y en las siguientes nos enfocaremos en esos aforismos simples pero llenos de sabiduría. Trataremos de bucear en sus profundidades en busca de tesoros ocultos.
Empezamos con el primero que dice:

En la primera parte el maestro Chao nos invita a hacernos dos preguntas fundamentales. Una es: «¿Hacia dónde va mi vida?» La otra es: «Ese lugar a donde va mi vida ¿lo elegí yo concientemente o lo eligió otro?»
Son preguntas muy válidas porque muchas veces sentimos que nuestra vida va a la deriva. Como una hoja a merced del viento.
Algunas personas ven en esto algo positivo. Creen que dejar que las cosas simplemente ocurran, dejar que factores externos como la suerte, el destino, Dios o el Universo definan el rumbo es una forma de aplicar el principio taoísta de wu wei. No es así. Renunciar a la responsabilidad sobre nuestra vida no tiene nada de taoísta y es una fuente inagotable de sufrimiento para nosotros y para los demás.
Si no decidís a dónde vas, alguien más lo hará por vos. ¿Quién? La inercia de los hábitos, los medios de comunicación, el mercado, la familia, el ámbito social en el que nos movemos.
Humanos y animales
Tanto nosotros los humanos como nuestros hermanos los animales tenemos condicionamientos biológicos muy fuertes. Nos despertamos a la mañana, buscamos alimento, buscamos reproducirnos, evitamos a los depredadores y de vuelta a dormir.
Nuestros hermanos los animales no pueden salir de esta rutina diaria. Nosotros los humanos, en cambio, sí podemos. Tenemos el potencial para salir del modo de supervivencia y elegir qué queremos hacer con nuestra vida. Millones de personas en todo el mundo hoy viven en una situación social muy precaria que les obliga a vivir en el modo de supervivencia. Pero muchos otros, que sí cuentan con las condiciones materiales para desplegar su potencial, renunciaron a esa posibilidad y viven como animales: despertar, buscar comida, reproducirse, buscar seguridad, dormir. Y así todos los días, desde la cuna hasta la tumba. Qué desperdicio de recursos.
Vientos y mareas
Imagina que tu vida es un barco en alta mar. Si no tenés un destino claro, los vientos y las corrientes decidirán por vos. ¿Estás dispuesto a dejar que otros controlen tu rumbo?»
Las corrientes marinas son los condicionamientos biológicos. Los vientos son los condicionamientos sociales y culturales. Pero si conocemos el objetivo, el destino al que queremos llegar, podremos corregir el rumbo cuando los vientos y las corrientes nos hayan apartado del camino correcto.
En la segunda parte del aforismo, cuando dice “hay que vivir apuntando a ese objetivo”, el maestro Chao nos dice que con definir un objetivo no basta; hay que trabajar todos los días para acercarnos a él. Muchas personas creen que con desear algo es suficiente. Hay autores de autoayuda que dicen: «Si deseas algo intensamente, el universo conspirará a tu favor» y mucha gente les cree. Pero lo cierto es que no basta con desear algo intensamente. Es necesario realizar un trabajo sostenido y sostenible para hacer realidad ese deseo.
El maestro Chao también nos invita a preguntarnos: «¿Quién maneja el timón del barco?».
Supongamos que ya definimos un puerto al que deseamos llegar con nuestro velero ¿somos nosotros el timonel o somos simples pasajeros?
El maestro Chao nos hace reflexionar sobre cómo nuestras acciones del presente definen nuestro futuro, es decir el rumbo que toma nuestra vida. Si somos pasajeros podemos distraernos, pero si somos el timonel, debemos estar atentos y plenamente concientes. De lo contrario con vientos y las corrientes decidirán a dónde vamos.
Al estar atentos, sabremos actuar de la mejor manera para que el barco no se desvie. Y si el barco se desvió, el estar atentos nos permitirá darnos cuenta de que perdimos el rumbo y actuar de la mejor manera para recuperarlo.
Este aforismo es bueno recordarlo cada mañana al empezar el día. Recordar o si es necesario, reformular, nuestro objetivo, hacia dónde vamos y hacer que la mente, la palabra y las acciones trabajen juntas apuntando a ese destino.
Gracias por leer.
Que tengas paz y alegría.