¿Qué software está corriendo en mi mente?
por Daniel Fresno—
—Durante la práctica puede ocurrir que alguien sienta cansancio —dije en la clase de taichi chuan—. Si el cansancio es muy intenso puede ir y sentarse en un banco y concentrarse en la respiración. Eso ayudará a que el cansancio pase.
También puede ocurrir que alguien no pueda realizar cierto ejercicio por alguna limitación muscular o articular. En ese caso, en lugar de quedarse sin hacer nada, puede adoptar la postura de jinete o abrazar el árbol. Es importante mantener una actitud conciente y presente mientras el resto del grupo está trabajando.
—Hoy me sentía sin energía para venir a clase y me obligué a venir -dijo una alumna—. ¿Qué es lo mejor cuando uno se siente sin energía? ¿Quedarse a descansar o obligarse a seguir?
—Cuando recién hablé de parar para descansar me refería al cansancio que puede aparecer durante la práctica. El caso que vos exponés es diferente y creo que tomaste la mejor decisión al venir a clase. La sensación de falta de energía puede tener orígenes muy diversos. A veces la mente se encuentra en un estado negativo, te tira para abajo y eso es percibido como falta de energía. En esos casos conviene evocar las sensaciones que experimentamos cuando asistimos a clase. Estoy seguro de que serán sensaciones positivas, de vitalidad y de conexión con uno mismo y con la Naturaleza y con los demás.
Les cuento algo que pasó esta semana mientras practicábamos aquí en el parque. Era una mañana fría y húmeda. La noche anterior había llovido, el cielo estaba cubierto y la humedad podía sentirse en la piel. Soplaba el viento y eso acentuaba la sensación de frío.
En un momento, en el edificio de enfrente vi a un vecino que nos miraba a través de la ventana cerrada de su departamento. Seguramente, dentro de su vivienda no soplaba el viento y la temperatura era agradable. ¿Qué estaría pensando al vernos aquí entrenando? Me imaginé que pensaría: “Yo ni loco salgo afuera a hacer gimnasia en un día tan feo”. Es razonable que pensara eso. Yo muchas veces pensé: «Hoy mejor no voy a entrenar». Pero aquella fría mañana, nosotros, los que estábamos en el parque, nos sentíamos de otra manera. Experimentábamos una intensa sensación de vitalidad y energía y disfrutábamos de estar ahí enfrentando y superando los desafíos de la práctica.
La realidad objetiva del mundo exterior era la misma tanto para el vecino como para nosotros: cielo nublado, 6 grados de temperatura, vientos fuertes del sur y 100% de humedad. Sin embargo, la percepción interna era bien diferente.
No estoy negando la contundencia del mundo objetivo, pero la percepción de ese mundo siempre es interna. No hay manera de experimentar el mundo fuera de nuestro cuerpo-mente. El miedo, la alegría, la tristeza, la ansiedad, el placer, la serenidad o la indiferencia que nos provoca la realidad exterior ocurren dentro de nosotros, no fuera.
Si nuestra mente piensa que estar al aire libre entrenando un día frío y húmedo es una locura, vamos a sufrir cuando tengamos que hacer eso. Si nuestra mente piensa que entrenar al aire libre es una excelente oportunidad de oxigenarse y recargar energía aunque el día esté frío y húmedo, vamos a disfrutar cuando tengamos que hacerlo.
Por eso es tan importante ser concientes de qué pensamientos ocupan nuestra mente, cuál es el software que está corriendo en nuestra computadora interna, porque en función de ellos vamos a sentir y actuar. Una estrategia posible es esta. Observo atentamente lo que estoy pensando y sintiendo. ¿Qué pensamientos ocupan mi mente que me hacen sentir de esta manera? Luego me pregunto ¿sirven estos pensamientos y sensaciones para lo que necesito hacer ahora? Es importante realizar estas observaciones sin emitir juicios valorativos del tipo «soy un desastre, siempre pensando tonterías», «no sirvo para nada» o «siempre cometo los mismos errores». Nada de eso ayuda. Es muy valioso poder observar e identificar las ideas y emociones que nos tiran hacia abajo, no para combatirlas, sino para evitar ser controlados por ellas. Volviendo a la metáfora de la computadora y el software, si el programa que está corriendo en mi mente no me sirve para la tarea que debo realizar en el momento presente, lo mejor es que inicie el programa adecuado.
Esta mañana vos sentiste abatimiento porque estaba andando el software del desánimo, pero apelaste a tu fuerza de voluntad y viniste a clase. Al hacer esto instalaste en tu computadora un nuevo programa, uno capaz de sobreponerse al desánimo y salir de la comodidad de la auto-indulgencia para hacer lo que tenías que hacer. La próxima vez que te encuentres en una situación similar ya sabés que tenés recursos internos para superarla.
Gracias por escuchar.