¿Qué estamos mirando?
por Daniel Fresno—
—Quiero contarles dos experiencias que tuve en las redes sociales —dije en la clase de taichi chuan—. La primera fue durante el verano pasado. Salí a pasear a la perra, llevando conmigo la cámara fotográfica y le saqué fotos a las flores que encontraba en el camino (son las que ilustran esta nota). De regreso en casa subí las imágenes a un grupo que nuclea a vecinos del barrio. Luego de ver las flores, una persona escribió: «Son preciosas..cuando paseo a mi perro descubro el barrio…perp hasta ahora no vi esta belleza».
Este comentario me despertó una pregunta: si toda esa belleza está ahí nomás, a la vuelta de la esquina ¿por qué no la vemos? O mejor dicho ¿qué es lo que estamos mirando que nos impide ver la exhuberante belleza que nos rodea? ¿Dónde está enfocada nuestra mirada?
La otra experiencia ocurrió hace poco. Encontré un video en el que un músico español reacciona al escuchar por primera vez «La grasa de las capitales» de Serú Girán y lo subí a las redes.
Americano, tal el pseudónimo del youtubero, analiza la canción y expresa su asombro y deleite ante la creatividad y virtuosismo de la banda argentina. Luego de ver el video alguien escribió: «Debo confesar que, en mi ignorancia, siempre consideré algo normal que sonara así de bien».
Ambas experiencias tienen algo en común: pareciera que nos cuesta tomar conciencia de las cosas positivas, bellas y asombrosas que nos rodean y, por lo tanto, no las valoramos. ¿Por qué ocurre esto? Por varios motivos, pero hoy vamos a abordar dos de ellos.
La mente de carencia
Cuando la mente de carencia no descansa se genera una distorsión en nuestra percepción. La mente de carencia hace que nos enfoquemos en aquello que no tenemos y que creemos que deberíamos tener para ser felices. La vida humana exige satisfacer ciertas necesidades básicas y la mente de carencia nos hace estar atentos a que no falte eso que necesitamos. La mente de carencia es indispensable para sobrevivir Pero cuando las necesidades básicas están cubiertas la mente de carencia debería descansar. Los problemas empiezan cuando funciona todo el tiempo y toma el control de nuestro mundo interno. Cuando esto ocurre nuestra vida se vuelve miserable pues nunca tenemos suficiente. Siempre necesitamos más dinero, más consumo, más sexo, más comida, más elogios, más «me gusta», más prestigio, más poder. Nos convertimos en un agujero sin fondo imposible de llenar.
Cuando la mente de carencia toma el control somos incapaces de ver las cosas valiosas que tenemos dentro y alrededor de nosotros y nos invade una sensación de vacío.
Comprender la impermanencia
Cuando no comprendemos la impermanencia de las cosas creemos que somos inmortales y que el mundo que nos rodea siempre fue así y seguirá siéndolo. Las cosas maravillosas no las registramos como algo maravilloso sino como algo que siempre estuvo y siempre va a estar ahí. Que el sol salga todos los días debería alegrarnos pues es un fenómeno poco común que conviene valorar y agradecer. Su luz y calor hace posible la vida en el planeta. Nuestro sol no siempre existió y no siempre va a existir. En el universo predomina el frío y la oscuridad. La luz de las estrellas es algo escaso y todo el tiempo hay estrellas que se apagan. La nuestra aún brilla y esa es una muy buena noticia.
La gente que vive y trabaja con nosotros no siempre estuvo ahí. Conviene valorar su presencia porque no van a estar ahí para siempre. ¿Cuándo fue la última vez que le dijimos a un ser querido que lo queremos o que valoramos su presencia?
Dentro de nosotros ahora mismo están ocurriendo procesos asombrosos. ¿Somos concientes de ellos? Las células del cuerpo cumplen su ciclo vital y mueren. Sin embargo seguimos vivos porque existe un mecanismo de «copiado» por el cual el sistema fabrica una nueva célula para reemplazar la que murió. Este proceso de copiado es maravilloso porque permite generar una célula exactamente igual a la que ya terminó su ciclo. Es un proceso que no existió siempre y que se fue perfeccionando a lo largo de muchos años de evolución. Es un proceso que no va a existir siempre, pues si no lo valoramos y no lo cuidamos es muy probable que deje de funcionar. Los tumores por ejemplo aparecen cuando el proceso de copiado falla.
Efecto transformador
Alrededor de nosotros ahora mismo están ocurriendo procesos de increíble belleza y perfección. ¿Somos concientes de ellos? Alguien podría preguntar: «¿Para qué sirve darse cuenta de esas cosas maravillosas?» En principio, al tomar conciencia de las cosas valiosas que tenemos, recuperamos la alegría de vivir, que es el estado natural de la vida. Pero eso no es todo. Al ser concientes de las cosas valiosas que tenemos y que nos rodean podemos nutrirlas y cuidarlas y esto las potencia. Por el contrario, cuando no vemos lo valioso, no lo agradecemos ni lo cuidamos y tarde o temprano lo perdemos.
Ser capaces de ver lo positivo tiene además un potente efecto transformador. Si somos capaces de ver la esencia sabia y amorosa que late dentro de nosotros será más fácil lograr una transformación positiva. Si somos capaces de ver lo positivo en el otro estaremos ayudando a su transformación positiva.
La realidad es compleja y no tiene un único lado; tiene uno oscuro y otro luminoso. Ser capaces de ver lo positivo y lo bello que hay en el mundo no significa ignorar lo negativo y lo feo, pero sin duda nos prepara de mejor manera para enfrentar el desafío de cambiarlo.
Los invito a mirar con atención su mundo interior y el universo que palpita a su alrededor. Por todas partes a toda hora están ocurriendo milagros. A celebrarlos.
Gracias por escuchar.
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