Buenas y malas noticias
La palabra del periodista tiene un gran impacto sobre su público. Puede provocar miedo o puede dar confianza y seguridad; puede reflejar la verdad o puede ser falsa; puede favorecer la unidad o la división de la sociedad; puede generar esperanza o desesperanza; puede desactivar conflictos o profundizarlos.
por Daniel Fresno —
—Hoy se conmemora en Argentina el Día del Periodista —dije durante la clase del domingo—, porque un 7 de junio de 1810 apareció el primer número de la Gazeta de Buenos Aires, el medio de comunicación de la Primera Junta. Desde aquel entonces los medios de comunicación cambiaron mucho. La tarea del periodista es comunicar y esa tarea reviste una enorme responsabilidad porque los medios de comunicación tienen hoy una penetración que en 1810 era imposible de imaginar. Los medios tienen el poder de moldear la opinión de la sociedad. En muchos hogares donde los padres no tienen una presencia fuerte los chicos son educados por la televisión antes de aprender a leer y escribir.
La palabra del periodista tiene un gran impacto sobre su público. Puede provocar miedo o puede dar confianza y seguridad; puede reflejar la verdad o puede ser falsa; puede favorecer la unidad o la división de la sociedad; puede generar esperanza o desesperanza; puede desactivar conflictos o profundizarlos. Hoy vamos a recitar el mantra pensando en ellos, con respeto y gratitud hacia quienes saben honrar el oficio de periodista.
La influencia de los medios de comunicación sobre la subjetividad es tan grande que se han convertido en un factor de poder decisivo. Y así como los comunicadores tienen una gran responsabilidad por el impacto que su palabra genera en el público, nosotros, como receptores también somos responsables de lo que dejamos entrar en nuestra mente.
En la actualidad se libra una batalla cotidiana por el control de la mente de las personas. En esa batalla los medios juegan un papel destacado alimentando certezas, miedos y deseos.
Buena parte de la depresión, angustia, pánico, ansiedad que padece mucha gente es alimentada cotidianamente por el mensaje de los medios de comunicación. Así como cuidamos el alimento que nos llevamos a la boca, conviene ser selectivos cuando escuchamos la radio, la televisión o navegamos internet. Abrir la mente de manera indiscriminada a todo los contenidos de los medios y las redes sociales no es estar informados; es poner en riesgo nuestra salud.
El dibujante norteamericano Beattie publicó una viñeta que ilustra muy bien esta situación.
«Una buena noticia no es noticia» dice un antiguo refrán del periodismo. Por eso algunos periodistas y medios de comunicación viven de vender miedo, odio, escándalos y confusión. Pero si alguien vende veneno, no estamos obligados a comprarlo y beberlo. Seamos responsables de la información que consumimos y divulgamos, porque como dice otro refrán: «La primera vez que me engañes, será culpa tuya. La segunda será culpa mía».
—Pero no solo hay que estar atentos a las malas noticias —dijo Osvaldo—. También las buenas noticias son usadas para distorsionar la realidad. Durante la dictadura los diarios, la radio y la televisión ocultaban la verdad y decían que todo estaba bien.
—Es importante estar atentos a todos los contenidos, especialmente a aquellos que nos despiertan emociones intensas. Si el mensaje me hace sentir emociones de rechazo (indignación, odio, miedo, desprecio, tristeza) o si me hace sentir emociones de atracción (envidia, euforia, gula, deseo sexual, egoísmo, codicia, soberbia) es altamente probable que estén tratando de manipularme o de venderme algo.
La cuestión es estar atentos al surgimiento de esas emociones. Porque cuando tenemos un hábitos emocionales arraigados, es difícil darse cuenta cuando esa emoción está naciendo y tomando fuerza dentro de nosotros. Eso nos hace más vulnerables a la manipulación.
La práctica conciente de taichi chuan, chi kung, chan chuang o meditación fortalece la atención. Esa atención echa luz sobre nuestro mundo interno permitiéndonos conocer de qué manera nuestras emociones se activan a partir de los estímulos externos. De esta manera, en lugar de reaccionar automáticamente, podemos elegir cómo responder según nuestro deseo y conveniencia.
Gracias por escuchar.