Flores y Conciencia

por Daniel Fresno

Este sábado el lugar de práctica en la plaza San Miguel de Garicoits estaba teñido de fucsia. Una gran santa rita crece cerca de donde estamos nosotros y su intenso color contrasta con el verde de los árboles y el lila de las hojas de jacarandá.

—Estamos en noviembre, que es la época en que florece el jacarandá —dije durante la clase de taichi chuan—. El mes próximo las flores del jacarandá habrán caído y las tipas darán las suyas, de color amarillo. De manera que si miramos el suelo veremos lila y si miramos las copas de los árboles veremos amarillo. Todo esto no es casual. Es resultado del genio de Carlos Thays, un paisajista nacido en Francia que vino a nuestro país a fines del siglo 19 y diseñó muchos parques y plazas en esta ciudad y otras partes de Argentina, combinando los colores de las flores del lapacho, la tipa, el jacarandá y el palo borracho. Seleccionó los árboles según su época de floración, de manera que el espacio público tuviera flores durante la mayor parte del año.

Muchas personas no valoran esto. Para ellas los árboles son una molestia porque llenan de hojas la vereda, o levantan las baldosas con sus raíces. Hace poco un matrimonio de Villa Devoto fue detenido por tratar de impedir la tala de un nogal que crecía frente a su casa. Un vecino pidió a las autoridades que saquen el árbol porque «le ensuciaba» la vereda.

Es cierto, los árboles dejan las veredas cubiertas de hojas y los pájaros que los habitan cagan las baldosas y despiertan con su canto a los bohemios al salir el sol. Es cierto, las copas de los árboles tapan los carteles de publicidad comercial. Si sacamos todos los árboles vamos a tener menos hojas en el suelo y los carteles se van a ver bien. Pero también vamos a tener menos oxígeno, menos sombra en verano, más calor y la vida en la ciudad será más difícil todavía. Además, habrá más estrés y enfermedad, porque el estar cerca de los árboles alivia el estrés, baja la presión arterial, los niveles de azúcar en sangre y fortalece el sistema inmunológico. Así lo demuestran las investigaciones del Dr. Qing Li, que propone tomar «baños de bosque». (Ver nota).

Nos cuesta tomar distancia de los problemas y verlos de manera completa, holística. Sólo vemos las hojas caídas en nuestra vereda y pensamos que lo mejor sería talar el árbol, pero no vemos las terribles consecuencias de una acción así.

Algo parecido ocurre a nivel social. El hombre de negocios busca ganar más y gastar menos y cree que despidiendo personal va a «reducir costos» porque va a pagar menos salarios y cargas sociales. Todos los hombres de negocios hacen lo mismo y la desocupación aumenta y las condiciones de vida de la gente empeoran. Entonces hace falta gastar más dinero para equipar a la policía y mejorar los salarios de los encargados de mantener a raya a los descontentos. Y también hay que gastar más dinero en cámaras de seguridad y en vigilancia privada y en cercos electrificados. Todos estos gastos que en las últimas décadas se incrementaron mucho no son tenidos en cuenta cuando se decide «reducir costos» echando gente a la calle. Lamentablemente, esta visión estrecha de los negocios es la que predomina entre los líderes de la economía y explica el desastre social y ambiental que estamos atravesando a nivel mundial.

Nuestra práctica de taichi chuan o chi kung nos enseña a tomar conciencia de lo que estamos haciendo en cada instante y, al mismo, a ser concientes del impacto de nuestras acciones sobre nuestro mundo interno y sobre los demás seres. Ningún cambio positivo en el mundo será posible si no desarrollamos esta conciencia.

Gracias por escuchar.