El chi, más allá del mito

por Daniel Fresno

Cuando Occidente descubrió el taichi chuan, el chi kung y otras artes afines lo que más le llamó la atención fue el concepto de chi, esa energía vital que atraviesa a todos los seres vivos. La dificultad del idioma sumada al secretismo que cultivan algunos maestros hizo posible que la idea de chi quedara envuelta en un halo de misterio, magia y charlatanería. Pero lo cierto es que la energía vital existe. Aún no se inventaron aparatos adecuados para medirla, pero existe. Y se siente.

Hoy hace frío y todos vinieron abrigados. Al poco tiempo de haber empezado con el tao yin algunos alumnos empezaron a desprenderse de camperas y bufandas. ¿Por qué? Porque hacer tao yin genera energía, no solo energía calórica, también energía mental; el practicante se siente más despierto y vital. Es la sangre y el chi que circulan con intensidad.

Para generar energía el cuerpo necesita combustible. Ese combustible tiene tres orígenes: la reserva energética heredada de los padres, los alimentos y el aire que respiramos. A estas tres fuentes de energía debemos agregar la variable del descanso. Por más que mi alimentación y mi respiración sean correctas, si no descanso lo necesario, me agotaré.

La lógica de la energía vital es muy parecida a la del dinero: si gasto más de la que genero, en poco tiempo me quedaré sin ella. Hace varios años la batería de mi auto se agotó. El técnico descubrió que la luz del baúl permanecía encendida aún después de cerrar la tapa. Debido a ese gasto constante, la batería se agotó. Para poder iniciar el motor tuve que pedirle a un vecino que me preste energía de su auto. En la vida cotidiana a veces nos encontramos sin energía y necesitamos una fuente externa para arrancar: una bebida estimulante, un psicofármaco, la palabra de un amigo. Sea como sea, esta ayuda externa no resuelve el problema de fondo y al poco tiempo volvemos a quedarnos sin energía. Lo mejor es tener una fuente propia abundante.

Para resolver el problema de la escasez de energía tenemos que averiguar si no tenemos alguna fuga en el sistema. ¿Por dónde se fuga la energía? Por los cinco sentidos y por la mente, que son las seis grandes aberturas que conectan nuestro mundo interno con el exterior.

Por eso es muy importante ser selectivos respecto a aquello que dejamos entrar y salir por esas aberturas. Así como seleccionamos los alimentos y evitamos aquello que pueda intoxicarnos, conviene estar muy atentos a qué tipo de información visual, auditiva, gustativa, táctil y olfativa dejamos ingresar a nuestro sistema. Sobre todo en estos tiempos de saturación informativa.

Por ejemplo, no conviene dejar encendida la radio o la televisión como si fuera música de fondo, porque no lo es. Si necesito informarme es mejor ir a buscar la información de manera conciente y precisa. Me conecto, busco la información y me desconecto. De lo contrario, corremos el riesgo de convertir nuestra mente en un gran tacho de basura.

Así como filtramos los contenidos que llegan del exterior, también es importante cuidar lo que generamos dentro de nosotros. Si permito que mi mente esté ocupada por pensamientos o emociones negativas, voy a perder mucha energía.

La clave está en el equilibrio. Hablar demasiado, comer demasiado, escuchar, oler o mirar demasiado, tener demasiada actividad sexual, pensar demasiado, son cosas que agotan nuestra batería. Nuestra práctica nos enseña cómo cerrar esas aberturas para detener la perdida de energía.

Pero con reducir el gasto no alcanza; también es necesario aumentar el ingreso. ¿Cómo puedo aumentar mi energía? La respuesta es muy simple y a la vez muy profunda:
-Correcta alimentación del cuerpo
-Correcta alimentación de la mente
-Correcta respiración
-Correcta actividad física
-Correcto descanso

Cuando hayamos arreglado las pérdidas y acumulado abundante energía, nos sentiremos más vitales y despiertos. A partir de ahí podremos dedicarnos a refinar y potenciar nuestra energía, pero ese ya es otro tema. Volviendo a lo dicho al comienzo: el chi existe, es real y alcanza su expresión más pura y potente cuando logramos unir, integrar los tres tesoros: el cuerpo, la energía de la respiración y la mente. Cuando hacemos algo, si el cuerpo, la mente y la respiración actúan en perfecta comunión, decimos que lo estamos haciendo con chi.

Gracias por escuchar.