Eso no es de Dios
por Daniel Fresno—
Esto sucedió veinte años atrás, una mañana en el parque, mientras practicaba bagua zhang. Caminaba el círculo y de pronto un señor se detuvo a mirar. Estaba tan cerca que pude oir claramente cuando dijo:
—Eso no es de Dios.
Seguí con lo mio creyendo que pronto iba a seguir su camino, pero no.
—Eso no es de Dios —repitió en voz más alta y entonces me di cuenta que no iba a irse así nomás. En estos casos lo mejor es no ignorar al otro. Detuve mi práctica y dije:
—Esto que hago es bagua zhang, un arte marcial de origen chino, muy bueno para el cuerpo y la mente.
—Ah, ya me parecía que eso no era de Dios. Es algo chino —afirmó con naturalidad, excluyendo de la Creaci{on a 1400 millones de almas chinas. A continuación metió la mano en un bolsillo de su campera y sacó una biblia, de la que leyó algunos pasajes en voz alta, como queriendo mostrar que sus comentarios están respaldadas por las sagradas escrituras. Me contó que era pastor de una iglesia, charlamos un rato y luego se fue.
Alguna gente recurre a Dios y a los textos sagrados para unir y comprender. Otros, como este señor, los usan para discriminar y controlar. Les basta echar una mirada superficial para darse cuenta qué cosas «son de Dios» y qué cosas no. Me sentí afortunado de vivir en el siglo 21. Quinientos años antes, hacer cosas que «no son de Dios» podría haberme costado la vida.
El problema no es Dios; el problema es cómo se lo usa. Algunas personas usan a Dios como un puente para conectarse con su mundo interior y con los demás. Otras lo usan como escudo y arma para castigar y conquistar. Hace falta bastante soberbia -uno de los 7 pecados capitales- para creerse intérprete de la voluntad divina. Sin embargo, mucha gente se comporta como si conociera los planos del Gran Arquitecto. Hay que tener cuidado con esa arrogancia que nos hace creer que somos el manager de Dios. La gente que cree estar cumpliendo una misión divina se siente superior a los demás y suele protagonizar grandes matanzas.
En estos días algunos políticos animan a sus seguidores a ir a la guerra y a «aplastar» a sus enemigos. Aseguran ser superiores en todos los terrenos y es lógico que hablen así. Una manera de convencer a la gente para que se convierta en carne de cañón es prometerles una victoria segura porque «son superiores» o porque Dios está de su lado.
En el ambiente del taichi chuan también hay textos clásicos, que algunos ven como «sagrados». El problema no está en los textos sino en la motivación de los que se creen sus únicos intérpretes. La soberbia los lleva a juzgar y condenar y emitir fallos como el tantas veces escuchado «eso no es taichi».
Si te interesan las sagradas escrituras, es mejor usarlas para conquistarte a vos mismo y no para controlar a los demás.
Si te interesan los clásicos del taichi chuan, es mejor usarlos para perfeccionar tu práctica y no para juzgar a los demás.
Gracias por leer.
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Hermosa reflexión. Gracias por compartir. Yo creo que el arte es divino. Es lo más cerca de dios que podemos estar, haciendo artes marciales, porque estamos cerca de nosotros mismos.
Gracias por tu mensaje; Natalia.