Karma y perros fuera de control

por Daniel Fresno

Estábamos en la plaza durante una clase particular. Un perro grande, sin correa, se paraba frente a nosotros, nos ladraba y se alejaba, para luego repetir su rutina. La conducta del animal era molesta pero no peligrosa. El dueño, en lugar de controlarlo, cada tanto gritaba: «Vení para acá; no molestes», pero se ve que el can no entendía castellano. Continuamos con la práctica, pero al alumno le costaba concentrarse. Cuando terminamos le pregunté:

—¿Los ladridos te impedían enfocar la atención?

—Sí, el perro molestaba, pero lo que me da más bronca es la actitud del dueño.

—¡¡Esa bronca!! Las personas que transitan el camino espiritual tratan de generar karma positivo e intentan no generar karma negativo. Suele creerse que el karma surge de las acciones físicas, y es cierto, pero también se genera a partir de las acciones mentales. Nuestros pensamientos también generan karma.

Por ejemplo, si vos le hubieras dado una patada al perro o te hubieras enredado en una discusión o en una pelea con el dueño, habrías generado cierto karma. Evitamos actuar de esa manera porque no deseamos generar karma negativo. Pero si en lugar de eso dejamos crecer dentro de nosotros un odio intenso hacia el perro y su dueño, también estaremos acumulando karma negativo, y bastante.

El Buda decía que enojarse es como tomar veneno creyendo que el otro va a morir. Hoy la ciencia demuestra que al enojarnos estamos envenenando nuestra sangre. De ahí la expresión «hacerse mala sangre». ¿Por qué decimos que el enojo interior genera karma negativo? Porque deja una huella que hace cada vez más fácil reaccionar con enojo y a fuerza de costumbre nos convertimos en expertos odiadores.

—Pero las normas dicen claramente que en las plazas y otros espacios públicos los perros deben ir con correa.

—Es cierto. Las normas son claras y el dueño no las está respetando. Pero vos no podés controlar la conducta de los demás. Lo único que podés controlar es tu manera de responder a los eventos de la vida. Hay muchas maneras posibles de responder concientemente a lo que acaba de pasar. Pero en lugar de responder concientemente, la mayoría de las veces reaccionamos de manera refleja, enojándonos. Una vez que se inició el fuego del enojo ¿qué ocurre? Algunos lo vuelcan hacia afuera y otros lo vuelcan hacia adentro. En ambos casos generamos karma negativo y toneladas de sufrimiento.

Responder concientemente no significa ignorar lo que está pasando, no significa indiferencia, ni pasividad ni resignación. Para eso están el alcohol y las drogas legales e ilegales. Hay infinitas maneras de responder concientemente al episodio del perro fuera de control. Menciono solo algunas:

1- Puedo tomar la conducta del perro como una oportunidad de fortalecer mi concentración. Entonces sigo practicando con alegría y sintiendo gratitud hacia el perro..
2- Puedo detener la práctica e intentar ganar la confianza del perro.
3- Puedo dirigirme al dueño y decirle: «Buen día. Vengo a pedirle ayuda. Estoy haciendo ejercicio y su perro me busca y me ladra constantemente. ¿Usted podría ayudarme?»
4- Al regresar a casa puedo estudiar el tema e iniciar en las redes sociales una campaña para generar conciencia sobre la necesidad de que la gente mantenga a sus mascotas con correa en los espacios públicos.

Existen mil formas diferentes de responder concientemente ante esta situación. Pero cualquiera sea el camino que elijamos conviene que lo sigamos sin odio. Sin odio hacia adentro, porque nos envenena y convierte nuestra vida en una experiencia penosa. Sin odio hacia afuera, porque ya hay bastante en el mundo y siempre termina volviéndose contra uno.

Gracias por escuchar.

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