La visita de J.

Dar el ejemplo

J. se acercó esta mañana mientras barríamos el piso antes del encuentro de Fusión. Está llegando a los cuarenta, vive con su novia, trabaja frente al parque y tiene algunos kilos de más.

-Yo antes hacía pesas -dijo-, pero después dejé y mi novia no hace ninguna actividad física. Siento que me arrastra con ella en su sedentarismo y lo único que hacemos es comer y te confieso que, cuando me veo al espejo, me dan ganas de llorar. ¿Qué se puede hacer para salir de eso?

-Depende del estilo de cada persona -respondí-. Algunos van mejor con el taichi chuan, que es de bajo impacto; otros prefieren Fusión, que es más intenso. Pero cualquiera sea la actividad que elijas, lo fundamental es la voluntad. Si no hay voluntad es imposible modificar hábitos o conductas arraigadas por los años.

-¿Pero cómo hago para que mi novia también se enganche? -preguntó J.

-Las costumbres son muy poderosas y sólo se pueden cambiar con voluntad. No podés obligar a tu novia a comer menos o a dejar el sedentarismo; tampoco sirve enojarse con ella, criticarla o retarla. Lo que sí podés hacer es cambiar vos. Si adoptás buenos hábitos de entrenamiento y de alimentación y los sostenés en el tiempo, tu cuerpo y tu mente cambiarán. Te convertirás en un ejemplo positivo para tu novia. Ella te verá mejor, más fuerte, más sano, más satisfecho con vos mismo y se preguntará qué fue lo que hiciste para estar así. Seguramente querrá acompañarte en ese proceso y hacer lo mismo. Ese deseo hará que su voluntad despierte.

Mientras J. se alejaba rumbo a su trabajo me acordé de aquella frase de Albert Einstein: «dar el ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera».

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Autor: Daniel Fresno