Tomar y soltar

por Daniel Fresno

—Durante los ejercicios respiratorios, para indicar cuándo inhalar, digo «tomo» —dije durante la clase de chi kung—. Y para indicar cuándo exhalar, digo «suelto». Estos dos verbos «tomar» y «soltar» describen las dos acciones opuestas y complementarias que realiza el pulmón. En un momento toma aire y lo hace de manera impecable, y a los pocos segundos el mismo órgano suelta aire, y lo hace de manera impecable. No es que el pulmón se encarga de tomar y otro órgano se encarga de soltar. Las dos tareas las hace el mismo órgano y de manera perfecta. ¿Somos nosotros capaces de soltar con la misma eficacia y elegancia con que tomamos?

Observen que este talento del pulmón para interpretar dos papeles bien diferentes es la base de la vida. Imaginen qué pasaría si el pulmón estuviera rígidamente identificado con el rol de inhalador. «Yo estoy aquí para inhalar, para acumular aire, no para perderlo. A mí no me gusta perder ni a las bolitas». Imaginen que el pulmón solamente inhalara y se negara a exhalar. ¿Sería posible la vida?

Esto que vemos tan lógico y natural en el pulmón es casi inadmisible en nuestra vida cotidiana. Somos educados para buscar la ganancia y la acumulación, y para evitar la pérdida. La pérdida se vive como una tragedia, un fracaso o una vergüenza. Cuando queremos descalificar a alguien decimos que es «un perdedor». Y en esa carrera por aumentar las ganancias hacemos de la vida un infierno y del planeta, un sitio inhabitable. El ejemplo más triste y doloroso se ve en la actividad agropecuaria. En lugar de verla como una actividad para obtener alimentos se la ve como un negocio para ganar cada vez más dinero. De esta manera llegamos a la crisis actual en la que el suelo está agotado y las cosechas son cada vez más pobres. La obsesión por acumular ganancias, la incapacidad para soltar y aceptar la pérdida, está destruyendo las condiciones que hacen posible la vida en la Tierra.

Pero el afán de acumulación no se limita al dinero o los bienes materiales. Guiados por el principio de «soy en la medida en que poseo» buscamos acumular cosas intangibles, como placeres sensoriales, información, elogios y prestigio-influencia. Acumulamos y nos aferramos a expectativas sobre el futuro. Y cuando éstas no se cumplen sufrimos enormemente porque nadie nos enseñó a soltarlas.

Cuando practicamos tui shou, el miedo a «perder» hace que el practicante se ponga rígido y pierda toda oportunidad de experimentar y aprender.

En la carrera por poseer más también participan personas que supuestamente cultivan el espíritu. Hay quienes exhiben viajes a China, Tibet o a la India como si la sabiduría fuera cuestión de millas acumuladas. Otros presumen de libros leídos, retiros, seminarios, diplomas y fotos al lado de maestros famosos, como si eso los ubicara un poco más cerca de la Iluminación.

En la vida conviene saber tomar y soltar. Sabemos tomar pero nos falta entrenamiento en el soltar. Por eso son tan valiosos Los Cinco Recordatorios. Porque nos enseñan que la pérdida es un evento natural e inevitable de la vida. Ser plenamente concientes de que vamos a perder la juventud, la salud, las cosas y seres que amamos y por último, la vida, nos permite disfrutar una vida en paz, intensa y llena de sentido.

Gracias por escuchar.

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