Herencia

por Daniel Fresno

—Hoy quisiera hablar sobre las herencias —dije durante la clase de chi kung del sábado 25 de mayo—. Este cuerpo que habitamos no lo hicimos nosotros; lo heredamos de nuestros padres. Durante un tiempo, ellos o los adultos que nos cuidaron, realizaron tareas de mantenimiento para que este cuerpo siga con vida. Nos dieron de comer, nos cuidaron cuando estábamos enfermos, nos cambiaron los pañales. Ahora somos adultos y tomamos en nuestras manos las tareas de mantenimiento del cuerpo-mente.

Las tareas de mantenimiento son fundamentales para sostener la vida, pero no tienen buena prensa. Para realizarlas es necesario salir de la comodidad. Y esto va en contra de una idea muy divulgada y engañosa sobre «el disfrute».

Venimos acá a practicar porque somos concientes de la importancia de las tareas de mantenimiento del cuerpo-mente. Sabemos que al realizarlas aumentamos nuestra cantidad y calidad de vida. Por eso salimos de la comodidad de la cama y la tibieza del hogar y venimos al parque a hacer chi kung en el día más frío del año. Visto de esta manera puede interpretarse que la práctica implica «sacrificio» y «sufrimiento». Pero no es tan así. Los alumnos más antiguos ya experimentaron en carne propia los beneficios de esta práctica y disfrutan de ella y por eso les resulta más fácil salir de la comodidad. Una alumna contó una vez que a veces le cuesta salir de su casa para venir al parque, pero entonces piensa en lo bien que se siente al terminar la clase y eso le da fuerzas para superar la pereza.

Lo que practicamos aquí también es una herencia que recibimos de maestros antiguos. Nos brinda grandes beneficios, pero requiere mantenimiento. Es decir, tenemos que invertir tiempo y energía en cultivar este arte, porque de lo contrario lo perderemos.

Así como recibimos un cuerpo de nuestros padres, también recibimos la patria de nuestros antepasados. Hoy 25 de mayo se recuerda la revolución que dio origen al proceso de formación del país. Miles de hombres y mujeres que vivieron antes que nosotros realizaron grandes tareas para construir el país. Para eso todos ellos debieron salir de la comodidad. Algunos entregaron su tiempo y energía, otros entregaron todas sus posesiones materiales, otros entregaron su vida. Todos estaban más ocupados en dar que en recibir. Nosotros somos herederos del país que construyeron y deberíamos preguntarnos si estamos a su altura. El poeta alemán Johann Wolfgang von Goethe decía al respecto: «Lo que habéis heredado de vuestros padres, volvedlo a ganar a pulso, o no será vuestro».

Las gallinas de Pepe

Una vez Pepe heredó varias gallinas. Cuando las tuvo en su casa pensó: «Qué bueno. Ahora voy a tener huevos gratis». Pero Pepe no las alimentaba correctamente y varias gallinas se escaparon en busca de comida. Pepe tampoco cuidaba la integridad del gallinero y por eso los lobos entraron y se comieron a las demás. En poco tiempo Pepe se quedó sin gallinas y sin huevos. La patria que recibimos de nuestros antepasados es como las gallinas de Pepe. Si solo pensamos en obtener ganancia y no realizamos las tareas de mantenimiento necesarias, tarde o temprano vendrán los lobos. Las dificultades que estamos atravesando hoy son resultado de una idea incorrecta pero muy arraigada de que el país está únicamente para brindarnos beneficios.

La buena noticia es que contamos con el mismo equipo que aquellos héroes del pasado. Ellos tenían una cabeza, dos brazos y dos piernas, igual que nosotros. Ellos tenían una mente capaz de pensar, recordar, imaginar, planificar, sentir y amar, igual que nosotros. Somos iguales a ellos. La única diferencia es que nosotros sacrificamos muchas aptitudes en el altar de la diosa comodidad. Estamos intoxicados de individualismo y egocentrismo. Pero si queremos cambiar el rumbo, podemos buscar inspiración en aquellos próceres, en su altruismo, templanza y fuerza de voluntad. Tenemos la capacidad de hacerlo. Tenemos el mismo hardware; solo falta cambiar el software.

Nuestra práctica nos ayuda a generar un nuevo software, basado en la generosidad, la disciplina ética, la templanza, la fuerza de voluntad, la concentración y la sabiduría. Aplicamos esas virtudes en el pequeño país que habitamos, que es el cuerpo-mente, para luego poder desarrollarlas en el país que compartimos con nuestros hermanos.

Gracias por escuchar.


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