El pequeño cucharón

-Les quiero contar algo que me pasó -dije durante la clase de taichi chuan-. En uno de los cajones de nuestra cocina hay un pequeño cucharón. No sé bien cómo llegó ahí. Mi esposa cree que lo heredamos de algún familiar fallecido. O tal vez fue un regalo de casamiento. Es muy grande para usarlo como cuchara, pero es muy chico para servir la sopa. Nunca lo usamos porque no quedaba claro para qué era útil. Pero lo conservamos. Cada tanto hacemos limpieza en la cocina y nos deshacemos de las cosas que ya no sirven o que nunca usamos. Sin embargo, el pequeño cucharón resistió todas las limpiezas y aún sigue ahí, en el cajón.

-Hace pocos días quise hacer panqueques, pero no muy grandes y no encontraba el utensillo adecuado para volcar en la sartén la cantidad justa de mezcla. La cuchara era demasiado chica y el cucharón, demasiado grande. Busqué y encontré en el cajón aquel pequeño cucharón, que resultó perfecto para lo que quería hacer. Aquí termina el cuento.

-¿Cuál es la mejor actitud mental cuando se está en clase? ¿Qué hacer cuando el maestro dice o enseña algo? Conviene hacer dos cosas. La primera es aceptar, tener una mente abierta y atenta. Esto significa suspender cualquier idea, juicio previo, gusto o preferencia, para poder observar la verdadera naturaleza de eso que nos están mostrando. Las ideas y prejuicios son útiles para dar orden y sentido a las percepciones. Nos permiten catalogar y encasillar las cosas. Pero no nos permiten reconocer algo nuevo cuando lo vemos. Por eso es conveniente quitarse «los anteojos» para poder ver las cosas como realmente son.

-Cuando yo les digo cómo respirar o cómo orientar la rodilla respecto al pie, o cómo acumular y liberar la energía o cómo el centro lidera el movimiento, cuando les hablo durante la clase les estoy dando herramientas. Me gustaría que ustedes las acepten, que las dejen entrar en su mente con una actitud positiva. De la misma manera que yo guardé el pequeño cucharón en un cajón.

La segunda tarea es poner a prueba la herramienta. No quiero que ustedes tomen lo que les digo como una verdad absoluta porque salió de mi boca. No importa si lo dije yo o alguien en quien confían, no importa si está escrito en un libro sagrado, no importa si lo dice la mayoría de la gente. Lo mejor es que tomen la herramienta y la usen a ver si realmente funciona. Prueben cuándo y de qué manera funciona; experimenten y saquen sus propias conclusiones. Si les sirve, pueden perfeccionarla. Si no les sirve, pueden dejarla de lado. Esto es importante porque al poner a prueba la herramienta, al llevarla a la práctica, dejará de ser algo externo y se volverá parte de ustedes. Ustedes serán el ejemplo vivo de que eso funciona y sabrán transmitirlo a otros porque no tienen que pensarlo, simplemente brotará de sus poros.

-Muchas gracias por escuchar.

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Autor: Daniel Fresno