Hacer las cosas bien

por Daniel Fresno

—A veces nos encontramos ante la opción de hacer las cosas bien o hacerlas mal y, al momento de elegir, dudamos —dije durante la clase de taichi chuan— ¿Por qué dudamos? Porque a veces nos da la sensación de que la mayoría de la gente hace las cosas mal. No sé si esto es cierto, pero vale la pena aclarar algo importante: lo incorrecto, no se vuelve correcto porque lo haga mucha gente.

Otras veces dudamos porque vimos personas que hacían las cosas mal y que no pagaban un precio por ello y que, además, parecía irles bien. Esto es una ilusión; actuar mal genera un karma negativo que, tarde o temprano, hay que pagar. Eso es inevitable. Como dice el Quinto Recordatorio: «Mi única pertenencia son mis acciones. No puedo huir de las consecuencias de mis acciones». Además, la gente que actúa mal no tiene paz.

Otras veces dudamos porque esperamos una recompensa por hacer lo correcto. Nos parece injusto no recibir algún tipo de reconocimiento material o moral por haber actuado bien. En este sentido, creo que conviene hacer lo correcto sin esperar ninguna recompensa, por el sólo placer de actuar bien. Es muy simple y a la vez muy profundo: actuar correctamente te hace sentir bien. «La felicidad consiste en hacer el bien», decía Aristóteles.

—Pero muchas veces una cree que está actuando bien y en realidad está actuando mal —dijo Haruko.

—Es cierto, acá hablamos de hacer lo correcto o lo incorrecto, pero esos no son valores absolutos. No existe una tabla que diga lo que está bien y lo que está mal. La mayoría de las veces respetar la luz roja del semáforo es lo correcto, pero cuando la ambulancia está llevando a un herido al hospital, lo correcto es llegar rápido, aunque haya que pasar semáforos en rojo. Hacemos las cosas mal cuando vamos guiados por un deseo egoísta y en busca de un beneficio inmediato. Hacemos las cosas bien cuando vamos guiados por un deseo que incluye a todos, no sólo a nosotros, y que brinda un beneficio que no es inmediato.

Por ejemplo, si yo como comida chatarra, satisfago el deseo de comer algo «rico» y además gano tiempo. Esa es una ganancia inmediata. Si en cambio, preparo comida casera, voy a tener menos tiempo libre, pero voy a alimentarme mejor y esa es una ganancia no inmediata.

—Podemos dudar sobre hacer las cosas bien o mal porque conocemos las dos opciones —dijo Patricia—, pero hay gente que no sabe que hay otra manera de hacer las cosas.

-Es cierto, eso ocurre especialmente con los niños y los jóvenes. Por eso es tan importante hacer lo correcto, porque al hacerlo estamos dando un ejemplo positivo. Y los ejemplos son poderosos y contagiosos, tanto los buenos como los malos. La única manera de cambiar el mundo es a través del ejemplo. Por más justas y nobles que sean nuestras ideas, no tendrán ningún valor transformador si no somos capaces de encarnarlas a través de la práctica concreta.

—La transgresión a las normas está tan arraigada en nuestra cultura, que cuando una hace lo correcto, queda como una pelotuda y disculpen la palabra —dijo María.

—Es cierto que mucha gente ve la transgresión como algo «piola» y el respeto como algo «tonto». Pero es importante perderle el miedo a parecer tonto. Si queremos que algo cambie es indispensable ser pacientes, constantes y tener coraje. Las sociedades son capaces de mejorar, pero los cambios reales y duraderos llevan mucho tiempo y esfuerzo y al principio generan resistencia. No hay que desanimarse y seguir haciendo lo correcto y generando conciencia a través del buen ejemplo.

Gracias por escuchar

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