Día del Padre

El domingo  pasado -dije en la clase de taichi chuan-, a partir de un comentario de María Emilia, decíamos que en nuestra sociedad hay una marcada tendencia a violar las normas. Hoy es el Día del Padre y eso, el respeto a las normas, es algo que tiene mucho que ver con la tarea del padre. Uno de los trabajos paternos es enseñar a los hijos de manera amorosa a respetar las normas, a acatar y a ejercer la autoridad, a conocer y canalizar la propia agresividad.

-El respeto a la autoridad y a las normas son cuestiones que, por motivos histórico-sociales, están muy devaluadas en nuestra cultura. Por eso generamos modelos negativos como «el porteño piola» que siempre hace gala de su «viveza criolla». La publicidad, que suele transmitir y reforzar los valores predominantes en la sociedad, presenta modelos masculinos irresponsables, superficiales, cuyo único interés es conquistar mujeres, tomar alcohol, gastar dinero y regresar a un estado infantil de juego y disfrute hedonista ajeno a cualquier compromiso adulto. Por cierto, este tipo de modelos no ayuda a generar padres responsables.

-El gran desafío de la paternidad actual es mantener la presencia. Lamentablemente abundan los padres ausentes en sus dos variantes: el que no está presente físicamente ni emocionalmente, y el violento, porque el autoritarismo es otra forma de ausencia.

-El trabajo de padre, al igual que el de madre, es difícil, complejo y exige sacrificios. Por eso, en este día agradecemos a todos los que honran el nombre de «padre», aunque no sean padres biológicos.

-Yo creo -dijo Roxana-, que los que tienen una conducta irresponsable hacia los demás, son también irresponsables consigo mismos. Eso se ve mucho en los hombres que a pesar de ser grandes, se comportan como niños, incapaces de asumir las responsabilidades de cada etapa de la vida.

-En mi caso -dijo Silvina-, mi padre biológico estuvo ausente y actualmente no tengo ningún vínculo con él. Pero lo que vos dijiste sobre aquellos que cumplen un rol paterno sin ser padres biológicos, me hizo recordar a todos los hombres que me protegieron y me orientaron, especialmente en mi profesión. Voy a aprovechar el día para comunicarme con ellos y agradecerles.

-Yo, al igual que Silvina -dijo Laura-, tuve también padres postizos en mi profesión. De ellos aprendí mucho, pero también sentí que por momentos me ponían límites que me asfixiaban y que me despertaban el deseo de irme.

-Creo que eso también es parte del trabajo paterno -dije-: darle recursos al hijo para que sea capaz de valerse por sí mismo y despertar en él el deseo de independizarse. Cuando los padres hacen bien su trabajo, los hijos desean irse para construir su propio hogar.

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Autor: Daniel Fresno