La pérdida de un ser querido

por Daniel Fresno

Hoy recitamos el mantra pensando en Fernando Lema, un investigador científico uruguayo que encontró refugio en nuestro país hace muchos años, que fue amigo de dos integrantes de esta comunidad y que falleció el viernes. Su hijo subió a las redes sociales un video en el que Lema dice: «yo quiero vivir en profundidad y no en longitud». Creo que todos compartimos ese deseo de vivir una vida en profundidad, desplegando todo nuestro potencial y estableciendo vínculos amorosos con los demás. Cabría preguntarse por qué no siempre lo logramos.

La muerte de un ser querido provoca dolor y eso es natural. Es un dolor emocional, tan real como el dolor físico. Perder a alguien querido siempre duele, pero es importante distinguir el dolor del sufrimiento. El dolor es un mecanismo natural indispensable para la vida. El sufrimiento, en cambio, es una creación nuestra, es una sopa psicológica en la que nos cocinamos lentamente. Sufrimos cuando no podemos ver la realidad tal cual es y nos enredamos en creencias erróneas.

Falsas creencias

Creer que un fenómeno natural es un premio o un castigo, es una creencia errónea. Nacer varón o nacer mujer es algo natural. Sin embargo, desde hace siglos, una parte importante de la humanidad cree que nacer varón es un premio y que nacer mujer es un castigo. En algunas tradiciones religiosas todas las mañanas los hombres le agradecen a Dios por haber nacido varón. Gran parte del sufrimiento padecido por las mujeres desde tiempos inmemoriales tiene su origen en esta creencia errónea.

La muerte es un fenómeno natural. Sin embargo está muy divulgada la creencia de que es un castigo. Cuando muere una persona querida y respetada muchos se preguntan: «¿por qué murió una persona tan buena y en cambio hay tanta gente mala disfrutando de la vida?». Las películas ayudan a reforzar esa creencia errónea: el villano recibe el merecido castigo de la muerte y el héroe sobrevive. Cuando esa creencia errónea está muy arraigada en nuestra mente, la muerte de un ser querido, además del dolor natural, genera sufrimiento porque sentimos que se ha cometido una gran injusticia.

Otra creencia muy arraigada es que la muerte es una falla del sistema, como si la muerte fuera algo ajeno a la vida. Como si la vida hubiera sido diseñada para ser eterna, pero a veces la muerte viene desde afuera a romper ese equilibrio perfecto. La realidad está lejos de esas creencias. La realidad es que la muerte es una etapa más en el proceso natural de la vida. Los pobres y los ricos, los santos y los criminales, los que cuidan y los que descuidan su salud, nadie escapa de la muerte. Comprender esto ayuda a evitar el sufrimiento que acompaña la pérdida de un ser querido. Por eso son tan valiosos los Cinco Recordatorios.

En muchos casos la muerte es una bendición. ¿Se imaginan lo penosa que sería la existencia si no hubiera muerte? Como el tiempo no se detiene y el metabolismo tampoco, el cuerpo seguiría envejeciendo, los órganos seguirían desgastándose y empezarían a fallar y terminaríamos atrapados dentro de un cuerpo arruinado. Algo parecido a los zombies. Cuando tu coche tiene mucho kilometraje y está muy deteriorado y ya no tiene arreglo, lo mejor es cambiarlo por uno nuevo. Este mundo es como una escuela. Llegamos aquí para seguir un camino de aprendizaje y el coche que usamos para recorrerlo es el cuerpo. Cuando nuestro cuerpo está muy gastado o se rompe, nos morimos. Si al momento de morir aún nos quedan cosas por aprender, recibimos un cuerpo nuevo y volvemos a la ruta.

Calidad antes que cantidad

La muerte de un ser querido, especialmente cuando es de nuestra generación, nos hace tomar conciencia de la propia mortalidad. Nos damos cuenta de que tenemos un tiempo limitado. Nos hace pensar sobre cómo invertimos nuestro tiempo hasta ahora, y a veces el balance es decepcionante. Inconcientemente vivimos como si nunca fuéramos a morir y eso hace que malgastemos el tiempo en cosas vacías, superficiales y sin sentido. Cuando alguien cercano muere o cuando una enfermedad amenaza nuestra vida, tomamos conciencia de que no tenemos un tiempo infinito por delante. Una vez un gran maestro espiritual viajó a Occidente a dar una charla y muchos de los asistentes le hicieron preguntas sobre la vida después de la muerte. El maestro respondió: «Lo importante no es saber si hay vida después de la muerte. Lo importante es averiguar si hay vida antes de la muerte»

Si queremos cambiar el rumbo de nuestra vida, cualquier momento es bueno para empezar. Nuestro aliado principal en este camino será la atención. Ella nos permitirá tomar conciencia del instante presente, de lo que estamos pensando, diciendo y haciendo y de las consecuencias de nuestras acciones. Inevitablemente este estado de conciencia plena nos impulsará a actuar con amor y compasión hacia nosotros y hacia todos los seres vivos. Nuestra vida, larga o corta, tendrá la profundidad anhelada por Fernando Lema.

Gracias por escuchar.

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