La rana hervida

por Daniel Fresno

—¿Conocen la historia de la rana hervida? —pregunté durante la clase de chi kung—. Si meto una rana en una olla con agua hirviendo, la rana registrará inmediatamente la alta temperatura y saldrá de la olla. Pero si el agua está a temperatura ambiente, la rana permanecerá en la olla. Si voy aumentando muy lentamente la temperatura, la rana finalmente morirá achicharrada. A veces nos pasa lo mismo que a la rana.

Los músculos, los huesos y el organismo en general se fortalecen durante el entrenamiento . Pero ¿qué ocurre durante el entrenamiento que provoca ese fortalecimiento? Ocurre que el cuerpo lucha contra una resistencia, por ejemplo, la fuerza de gravedad, y en esa lucha se va poniendo cada vez más fuerte.

Cuando somos recién nacidos no podemos mantener la cabeza erguida porque nuestros músculos no son suficientemente fuertes e inevitablemente la cabeza cae empujada por la fuerza de gravedad. Pero todos los días practicamos y luchamos para vencer esa fuerza, por eso nuestros músculos y huesos se ponen fuertes y después de unos meses logramos mantener la cabeza en alto.

Si queremos adquirir más fuerza podemos aumentar la dificultad del ejercicio o agregar una carga externa. por ejemplo una pesa. Luchando contra esa resistencia nuestro sistema se hará más fuerte.

El gimnasio de la atención

Cuando practicamos chi kung. taichi chuan, bagua zhang o cuando meditamos, estamos entrenando la atención, que es como un músculo: puede estar flácida y débil o puede estar fuerte y educada. Nuestra atención tiene una capacidad básica de enfoque que está al servicio de la supervivencia y la reproducción. En ese nivel básico la atención solo es capaz de registrar estímulos sorpresivos, estridentes, novedosos. Compartimos con nuestros hermanos los animales este software básico. Al igual que la rana, nuestra atención registra la alta temperatura del agua hirviendo y reaccionamos inmediatamente. Pero a menos que la eduquemos nuestra atención no es capaz de registrar detalles sutiles y cambios lentos y graduales.

El método que usamos para entrenar la atención consiste en enfocarla en movimientos cíclicos, repetitivos, lentos y sutiles. Esta es la «pesa» que fortalece el músculo de la atención. Cuando le pedimos a la atención que se enfoque en la respiración, ella obedecerá, pero al poco tiempo, al darse cuenta de que todo se repite y es predecible y que nuestra vida no corre peligro, inevitablemente se dispersará, buscando otros objetos donde enfocarse. Al darnos cuenta de este desenfoque, amablemente la haremos volver a la respiración, De esta manera la vamos domesticando y haciéndola más fuerte.

¿Cuál es la utilidad?

Muchos dirán: «Todo muy lindo, pero ¿para qué sirve tener una atención fuerte y domesticada?». Las ventajas son varias y enormes, pero vamos a detenernos en dos.

¿Notaste que la gente está cada vez más cansada? Es un fenómeno de los últimos tiempos y una de sus causas es la incapacidad de manejar la propia atención. Hay muchas puertas por las que se escapa la energía vital, una de ellas es la atención. En la actualidad, el mercado, la industria del entretenimiento y las redes sociales drenan la energía de las personas secuestrando su atención con estímulos cada vez más atractivos y potentes. Una atención débil es atrapada por esos estímulos (series, video-juegos, redes, publicidad) y se agota saltando de un estímulo al siguiente, como un mono de una rama a otra. El resultado es un cansancio inexplicable. «No entiendo por qué estoy tan cansado, si no hice ningún esfuerzo físico; solo estuve mirando el celular».

Cuando entrenamos nuestra atención somos capaces de administrar mejor nuestra energía invirtiéndola sabiamente y dedicando el tiempo necesario para restaurarla.

«El médico me encontró algo»

La segunda ventaja de educar la atención tiene que ver con la salud y los vínculos. Llamamos salud a un estado de equilibrio dinámico en nuestro cuerpo, energía y mente. Cuando ese equilibrio se rompe, nos enfermamos. Algunas veces ese desequilibrio ocurre de manera súbita, por ejemplo cuando sufrimos una intoxicación por algún alimento en mal estado o cuando nos contagiamos un virus.

Pero la gran mayoría de las enfermedades se van construyendo muy lentamente a lo largo de años o décadas. Una atención educada y capaz de registrar pequeños detalles puede detectar el comienzo de ese desequilibrio y eso nos permite tomar medidas para recuperar el equilibrio y evitar que el proceso termine en algo grave. Todo esto es imposible si vivimos desconectados de nuestro mundo interno, que es lo que pasa cuando la atención es débil y está enfocada únicamente en los estímulos externos. Como la rana, que no registra el aumento gradual de la temperatura del agua, a veces no escuchamos las señales del cuerpo cuando nos avisa que hay un desajuste en su equilibrio dinámico. Es la típica y triste situación de la persona que nos dice: «Fui al médico y me encontró algo».

Una atención capaz de enfocarse en los detalles pequeños también puede ayudarnos a cuidar nuestros vínculos familiares. Como las enfermedades crónicas, muchos conflictos se van construyendo lentamente a lo largo de los años. En cambio, si estamos atentos podemos detectar el desequilibrio en cuanto aparece y así evitar que naufrague la relación con la otra persona.

Les cuento esto para estimularlos y así, cuando estén practicando enfocar la atención en una actividad conocida y repetitiva como la respiración puedan responder a la pregunta inevitable: «¿Para qué estoy haciendo esto?».

Gracias por escuchar.


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