Equilibrar el peso de manera gradual, saludable y vital

por Daniel Fresno

—Ustedes dos bajaron de peso en los últimos meses —le dije a unas participantes del encuentro de Fusión—. Están logrando un equilibrio entre la energía que entra y la que se gasta. La pérdida de peso puede ser preocupante cuando pone en riesgo la salud, pero en el caso de ustedes es una buena noticia, porque fue un descenso de peso gradual, saludable y vital.

Gradual, porque ocurrió lentamente, respetando los ritmos de cada una. Saludable, porque no están desnutridas y lo que se redujo fue sobre todo la grasa, en cambio aumentó la masa muscular. Vital, porque en lugar de provocar un debilitamiento general, les dio más energía.

Liberarse del exceso de peso de esta manera alivia el trabajo de todos los órganos y de las articulaciones y por eso prolonga su vida útil. También alivia el trabajo del bolsillo, porque ahorran mucho dinero, especialmente en médicos, remedios y sillas de ruedas.

Esto no es magia ni resultado de pastillas; es la consecuencia del entrenamiento conciente y correcto, motorizado por el deseo de mejorar y de potenciar la salud. Al entrenar de manera regular el sistema empieza a consumir los depósitos de energía que el cuerpo acumuló en forma de grasa. Pero este proceso, cuando se hace de manera correcta y conciente, no es únicamente un gasto de energía; es también un método para aumentarla. Como el auto que a medida que anda, va cargando de energía el acumulador. Entrenar mal puede lesionarte y quitarte energía; entrenar bien te hace cada vez más fuerte, resistente y flexible.

Cuando tenemos sobrepeso el sistema gasta enormes recursos para mantener todos esos kilos ociosos. Cuando nos liberamos de ellos toda esa energía queda disponible y nos sentimos más despiertos y con más confianza en nosotros. Además. como resultado del entrenamiento, los huesos, los músculos, las glándulas y los órganos, incluído el cerebro, funcionan de manera más eficiente. Es decir, requieren menos energía para hacer la misma tarea que antes consumía enormes recursos.

—Durante el entrenamiento ya no me canso como antes y me siento más flexible en todas las articulaciones —dijo una de las participantes—. Todo este proceso fue como derribar un muro que me separaba de mi cuerpo y recuperar la relación que tenía con mi cuerpo cuando era chica.

—Yo descubrí partes de mi cuerpo que no sabía que estaban ahí —dijo la otra—. Como si un escultor invisible hubiera eliminado lo que estaba de más para dejar a la vista formas y texturas que había escondidas.

—Es muy potente esto que cuentan. Es la experiencia tan especial de sentir que el propio cuerpo deja de ser una prisión y empieza a transformarse en un sitio donde es agradable vivir.

Gracias por escuchar.