¿Por qué viajamos?

por Daniel Fresno

—Hoy quisiera hablar sobre los viajes —dije durante la clase—. El otro día hablábamos sobre los incendios forestales. Algunos se generan espontáneamente, especialmente en verano, los otros son provocados por humanos, de manera intencional o no. Muchos de los incendios no intencionales son provocados por turistas.

Estamos en Semana Santa, una época en la que mucha gente piensa en viajar y conviene preguntarnos ¿qué nos motiva a viajar ? En muchos casos, la certeza de que las rutinas cotidianas y los lugares que frecuentamos son desgastantes o estresantes y que para liberarnos de ese desgaste y estrés necesitamos cambiar de rutina y de lugar. Entonces, emprendemos el viaje.

Cuando llegamos a destino, después de un momento inicial en el que todo es nuevo y excitante, volvemos a experimentar un malestar inespecífico. Empezamos a extrañar, o descubrimos aspectos irritantes del lugar o de sus habitantes. Entonces, pensamos que la próxima vez convendría elegir un destino diferente, más nuevo, más lejano, más caro, más exótico. Conozco una persona que dirige una pequeña empresa que le permite un alto nivel de vida. Pero su trabajo no la hace feliz y se toma vacaciones varias veces al año para «descansar del estrés». Y en cada viaje va a algún destino turístico de ensueño. Pero por más lejos que viaje, por más caro que sea el crucero, el estrés va con ella.

En realidad el malestar que experimentamos en la vida cotidiana tiene su origen en nuestra actitud mental y no en el mundo exterior. Nuestra mente, en lugar de estar a nuestro servicio, nos genera problemas. Piensen en la micción, la acción de orinar. Poder orinar es algo muy valioso para la salud. Los médicos saben que cuando una persona no orina es mala señal. Pero orinar no solo es saludable, es también placentero. Eso lo sabe cualquiera que hizo pis después de haber aguantado mucho tiempo. A pesar de ser tan necesaria, también es muy importante que tengamos control sobre la micción. No hacemos pis en cualquier momento y lugar; elegimos cuándo y dónde orinar. Esa magnífica libertad la conquistamos cuando aprendimos a controlar nuestros esfínteres. La actividad mental, como la micción, es necesaria y placentera, pero cuando no somos capaces de controlarla, se vuelve un problema. Cabría preguntarse ¿por qué desde pequeños nos enseñan a controlar la micción pero no nos enseñan a controlar la mente? No es algo imposible; es cuestión de entrenamiento.

Cuando no sabemos controlar esa maravillosa herramienta que es nuestra mente, sufrimos de incontinencia mental y eso genera gran sufrimiento. La incontinencia mental hace que el malestar vaya con nosotros a todas partes, al trabajo, a casa o al hotel cinco estrellas con vista al Mediterráneo.

La incontinencia mental es la que nos impide conectarnos con las maravillas del aquí y ahora. Los turistas que inconcientemente tiran una colilla de cigarrillo o no apagan las brasas de la fogata, desatando así un incendio forestal, padecen de incontinencia mental. Una mente incontinente le genera sufrimiento al dueño y a los demás.

Nuestra práctica echa luz sobre la naturaleza de la mente para entender cómo funciona y así poder ponerla a nuestro servicio. Cuando aprendemos a controlar la mente, nos sentimos en paz. Y cuando experimentamos esa paz interior, estamos bien en cualquier lugar y circunstancia. Rodeados de gente agradable o desagradable, conduciendo una multinacional o un taxi, recibiendo críticas o elogios, en medio de un basural o en un monasterio del Tibet, cuando estamos en paz todo es una oportunidad para aprender y mejorar,

No estoy diciendo que no hay que viajar. Pero teniendo en cuenta la importante huella de carbono de los viajes, convendría analizar nuestras motivaciones y tomar la decisión de viajar plenamente concientes y no guiados por compulsiones. Decía Marcel Proust que «El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes sino en mirar con nuevos ojos». A diferencia del mundo exterior, nuestro territorio interno es ilimitado. Al rexplorarlo aprendemos a cambiar nuestra mirada, de manera que la vida misma se convierte en un constante viaje de descubrimiento.

Gracias por escuchar.

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