Dos secretos

por Daniel Fresno

—Tengo dos secretos para compartir —dije durante la clase de taichi chuan—. Este es el primero: Nuestra existencia está estrechamente ligada a la existencia de los demás seres. Cualquier cosa que yo haga tendrá un impacto sobre la vida de los demás. Cualquier cosa que los demás hagan tendrá un impacto sobre la mia. Newton explicó esto a través de su tercera ley: «Cada acción genera una reacción igual y en sentido contrario», lo que en lenguaje llano suele traducirse como «todo vuelve».

Conocer este secreto es muy valioso. Muchos lo ignoran y actúan irresponsablemente como si sus actos no tuvieran consecuencias sobre los demás y sobre sí mismos. Y peor todavía, ignorar este secreto nos lleva a creer que excluyendo a otros podremos resolver nuesrros problemas. El pensamiento exclusivo nace de esta ignorancia. Cuando las cosas no salen como queremos solemos buscar un culpable, que siempre es otro. Una vez identificado el «culpable», el pensamiento exclusivo nos hace creer que si lo excluímos, encontraremos el bienestar. Fácilmente el pensamiento exclusivo se convierte en pensamiento violento. El «culpable» se convierte en el «enemigo» al que hay que eliminar.

En estos días el lenguaje violento inunda los medios de comunicación y las redes sociales. Hace poco un dirigente resumió su idea de la lucha política con la frase: «Son ellos o nosotros». El lenguaje violento pronto se convierte en acción violenta.

Causas y condiciones favorables

El segundo secreto es este: las cosas no ocurren por casualidad; todo tiene una causa. Los procesos naturales y sociales no surgen por generación espontánea; empiezan a partir de causas y condiciones favorables que los hacen posibles. Cuando esas causas y condiciones favorables cesan, los procesos se agotan.

Conocer este secreto es muy valioso. Cuando nos encontramos con un obstáculo en el camino muchas veces creemos que está ahí por capricho de alguien o por casualidad. Es muy cómodo creer esto, porque nos ahorra el esfuerzo de comprender las causas y condiciones favorables que lo hicieron posible. Pero si no actuamos sobre las causas y condiciones favorables, lo que hagamos solo provocará más sufrimiento.

El cuento

Les cuento un cuento: Había un señor al que le gustaba mucho comer. En su cocina siempre había gran variedad de alimentos con los que preparaba abundantes platos. Pero así como le gustaba comer, no le gustaba limpiar, y por eso los platos sucios y los restos de comida se iban acumulando. Lógicamente, aparecieron las cucarachas y las hormigas. Ante la invasión de insectos el señor sintió miedo e inmediatamente creció dentro de él un intenso deseo de exterminarlos. Entonces compró veneno y lo esparció por toda la cocina. Su decisión de matar al invasor era firme y diariamente tiraba grandes cantidades de veneno en esa parte de la casa donde preparaba su alimento. Así, lentamente se fue envenenado y a los pocos días murió. Ahí termina el cuento.

El señor tenía un problema, pero en lugar de actuar sobre sus causas, se dejó llevar por el miedo y el odio. Pensó que la solución era matar al enemigo y usó un arma, que terminó matándolo a él.

Gente problemática

Durante 25 años de estudio junto a mi maestro vi pasar por la escuela varios alumnos problemáticos. Tipos que generaban un clima desagradable en la escuela. Muchas veces me pregunté: «¿Por qué el maestro no echa a esta gente?», porque el maestro no los expulsaba; los aceptaba pero todo el tiempo estaba atento a lo que hacían y cada vez que nos hablaba, su mensaje apuntaba a corregir la conducta no-virtuosa de esos compañeros de práctica. En lugar de excluirlos o de hacerse el distraído, sostuvo una labor educativa constante tendiente a crear conciencia sobre esas conductas que generaban tanto malestar y que era necesario cambiar. Finalmente, los alumnos problemáticos modificaban de manera positiva su comportamiento o se iban espontáneamente.

Con el tiempo comprendí las razones de mi maestro. Él sabía que esa gente se le acercaba por alguna razón y que el conflicto generado era una oportunidad para aprender algo. En esa época mi maestro hablaba muy poco en castellano y le hubiera resultado más fácil expulsar a los problemáticos. Pero él sabía que si en su escuela un alumno se comporta mal, su responsabilidad como maestro es mostrarle el buen camino. Por eso se esforzó por aprender mejor el idioma y así llegar con su mensaje a todos los alumnos. En lugar de tirar veneno, se puso a limpiar y ordenar la cocina.

No ser hierba seca

En todas las comunidades hay conflictos y problemas a resolver. Lo mejor es que esos conflictos se resuelvan en el plano político sin llegar a la acción violenta. Los más fuertes y poderosos, cuando no pueden imponerse por otros medios, promueven la guerra porque en el terreno de la violencia son superiores,

En el pasado nuestro país vivió tiempos de violencia. Se impuso en la sociedad la idea de que la solución a los problemas sociales era eliminar a otras personas. Esta creencia desembocó en una terrible tragedia que provocó enorme sufrimiento. Al terminar la dictadura y la guerra de Malvinas parecía que el pensamiento violento había quedado atrás, pero en los últimos años regresó con fuerza. Unos pocos pescadores necesitan que el río esté revuelto para aumentar sus ganancias y por eso nutren la semilla del miedo y el odio en las mentes y corazones.

Nuestra práctica es valiosa porque nos enseña a tomar conciencia de lo que ocurre en nuestro interior, de lo que sentimos y pensamos. La violencia funciona como el fuego: es contagiosa e impredecible. Si no somos concientes de lo que pensamos y sentimos nos comportaremos como hierba seca ante ese fuego. Así seremos fácilmente manipulados para contagiar o actuar esa violencia que promueven los que se benefician generando caos.

La solución no es echar veneno como el señor del cuento. Es mejor actuar sobre las causas y condiciones que favorecen la violencia. Si queremos evitar un desastre es necesario tomar conciencia de qué ideas nutren las semillas del miedo, el odio y la exclusión. Dejar de consumir y de propagar esas ideas, Comenzar a nutrir las ideas que hacen florecer las semillas de sabiduría, amor y compasión que hay en todos los seres humanos.

Gracias por escuchar.


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