El bote de la meditación

por Daniel Fresno

—Hermoso el texto que leíste al empezar la meditación —dijo Adriana—. Te lo agradezco, llegó justo cuando se está cumpliendo un año que perdí a mi madre. ¿Podrías explicar los principios o propósitos de la meditación?

—Adriana, no perdiste a tu madre; ella vive en cada célula de tu cuerpo. Pero vamos a volver sobre esto más adelante. En cuanto a los propósitos de la meditación, veamos primero qué es la meditación.

La meditación es una herramienta, un vehículo. Nos encontramos a la orilla de un gran río y queremos alcanzar la otra orilla. Las aguas son profundas y turbulentas y la distancia a recorrer es mucha. La orilla en la que estamos parados es la de la ignorancia, el miedo y el sufrimiento. La orilla que queremos alcanzar es la del despertar. Para cruzar el río usamos el bote de la meditación.

¿Qué es el despertar? Es el descubrimiento de la luz universal de amor y compasión que late dentro de cada ser. Es el «conocerse a uno mismo» que prometen los libros de auto-ayuda. Es liberarse de las percepciones distorsionadas y conocer la realidad tal cual es. Es salir del mundo ilusorio, de ahí el término «despertar».

El camino y la meta

Ese es el objetivo, el propósito, la meta de la meditación. Está muy bien, antes de iniciar el viaje espiritual, elegir el destino, la meta que deseamos alcanzar. Luego es importante buscar un buen maestro. Luego hay que ponerse a practicar bajo la guía del maestro y a partir de este momento, conviene olvidarse de la meta. Si durante la práctica nos obsesionamos con la meta es probable que nunca la alcancemos.

Hay un cuento sobre esto. Un joven estaba obsesionado con alcanzar la felicidad y había probado sin éxito diferentes caminos. Estaba recorriendo uno de esos caminos y, al ver que no llegaba a ningún sitio, empezó a dudar. De pronto vio a un anciano venir en sentido contrario y le preguntó. «¿Este camino conduce a la felicidad?». El anciano respòndió: «No hay un camino que lleve a la felicidad. La felicidad es el camino». Podríamos parafrasear al anciano y decir que no hay un camino que lleve al despertar; el despertar es el camino.

La meditación es el vehiculo para recorrer ese camino. Durante el camino vamos a encontrarnos con diferentes pruebas y obstáculos que no podremos superar si estamos distraídos pensando en la meta. Por eso necesitaremos enfocarnos en la práctica del presente, como siempre dice el maestro Chao, con disciplina, paciencia y concentración.

Dos etapas

El camino de la meditación tiene dos etapas. En la primera tratamos de aquietar la mente y educar la atención. Este proceso lleva varios meses o años. En la siguiente tratamos de echar luz sobre los contenidos de la mente para observarlos en profundidad..

En la primera etapa es importante superar el habitual malentendido que supone que meditar consiste en «poner la mente en blanco» o «matar la mente». No podemos ni queremos hacer eso. Luchar contra la mente o contra la dispersión de la atención no reporta ningún beneficio a la práctica. Al meditar simplemente nos sentamos y enfocamos nuestra atención en la respiración, en las sensaciones corporales y en mantener una correcta postura. De esta manera el cuerpo y la mente se irán aquietando naturalmente.

Una imagen que me resulta muy útil es imaginarme como una vasija llena de agua mezclada con barro. La agitación hace que el agua esté turbia. Al dejar la vasija quieta, el barro se irá depositando en el fondo y gradualmente el agua se volverá transparente. «Luchar» para lograr la serenidad no ayuda y solo agrega más agitación. Por eso, lo mejor es no hacer nada y enfocar la atención de manera relajada en la respiración.

Si algo distrae la atención, de manera paciente y amorosa, volvemos a traerla a la respiración. Haremos eso todas la veces que la atención se disperse. Si siento somnoliencia, me despierto.

La gota de agua y el océano

Cuando meditamos no hay posibilidad de ganar o perder, no hay posibilidad de triunfar o fracasar. Todo lo que ocurre durante la meditación sirve a la práctica. Si la atención se distrae no estamos fracasando. El tomar conciencia de que la atención se distrajo es muy valioso. El volver a enfocarla también es un valioso aprendizaje.

Cuando avanzamos en la segunda etapa, de observación profunda, podemos llegar a liberarnos de la sensación de separación y tomar conciencia del interser. Dejamos de sentirnos como individuos aislados de nosotros mismos y de los demás seres vivos y descubrimos la profunda interdependencia que tenemos con todo lo que nos rodea. En este proceso se van deshaciendo las barreras que separan y dividen tanto el espacio como el tiempo. El practicante se siente uno con el universo, como una gota de agua que regresa al océano. En ese proceso de re-unión el practicante, entre otras cosas, vuelve a conectarse con sus antepasados de sangre. Por eso, Adriana, si profundizás en la práctica, vas a ver que no perdiste a tu madre, pues ella está viviendo en tu memoria física-genética, en tu memoria mental-emocional. Podrás reencontrarte con ella cada vez que te pongas a meditar.

Gracias por escuchar.