Esto también pasará
por Daniel Fresno—
Durante la clase del sábado hablamos sobre la naturaleza cíclica del taichi chuan. Todos los movimientos son cíclicos: comienzan, se desarrollan, llegan a un punto de máxima expresión y luego empiezan a menguar hasta agotarse totalmente, para dar lugar al siguiente movimiento, que sigue el mismo comportamiento. Decíamos también que era muy importante mantener la concentración en cada instante del movimiento. Lo habitual es enfocar la atención únicamente en el punto de máxima expresión y en el resto del movimiento no. Es sumamente valioso concentrarse en cómo el movimiento se va agotando hasta transformarse en algo nuevo.
Esa naturaleza cíclica del taichi chuan se da también en la vida cotidiana y en cualquier fenómeno del Universo. ¿Conocen el cuento del joven rey y su anillo? Cuando murió el rey, asumió el trono su único heredero, un joven príncipe que aún no había completado su educación. Por su falta de experiencia, el nuevo rey solía experimentar estados de euforia o de profunda depresión, según cada momento. Cuando ganaba batallas o conquistaba nuevos territorios se sentía invencible y organizaba grandes fiestas y derrochaba fondos públicos. Cuando perdía batallas o la economía pasaba por dificultades, se sentía profundamente infeliz y lo invadía una desesperanza que lo paralizaba como gobernante. Los sabios de la corte no sabían cómo aconsejarle y guiarlo sin faltar a las normas de etiqueta, pero a uno de ellos se le ocurrió una idea: regalarle un anillo con la inscripción: «Esto también pasará». Así, el joven soberano, al verse embriagado por la euforia del éxito, miraba su anillo y tomaba conciencia de que esa situación tarde o temprano habría de pasar. Y cuando ante un fracaso se sentía perdido y sin salida, también tomaba conciencia de que eso no habría de durar por siempre. Al comprender que tanto los momentos felices como los dolorosos son transitorios, el rey pudo gobernar con sabiduría.
El taichi chuan nos enseña que todo es circular, que la vida no transcurre en línea recta, sino a través de ciclos. Si giramos a la derecha, sabemos que al agostarse ese movimiento, el siguiente giro será hacia la izquierda. Si bajamos, sabemos que después habremos de subir y que luego de retroceder vendrá el momento de avanzar. Comprender esto nos ayudará cuando todo se ponga oscuro y nos invada el desánimo, porque sabremos que ese estado no será eterno. Lo mismo, cuando las cosas van bien y nos sentimos en la cima del mundo, es importante saber que eso también va a pasar.
Pero ¿para qué sirve saber que ni los buenos ni los malos momentos son eternos? Sirve para no dejarnos controlar por las emociones que surgen en esos momentos tan especiales. Si estoy en un pozo y creo que nunca voy a salir de ahí, es probable que tome malas decisiones llevado por la depresión. Si estoy en mi mejor momento y creo que voy a estar ahí siempre, es probable que tome malas decisiones llevado por la euforia.
Nuestra práctica nos permite entrenar la atención y convertirla en concentración. Estamos atentos a lo que hace cada parte del cuerpo, pero también a lo que ocurre en nuestra mente. Aprendemos a observar las ideas y emociones que ocupan nuestra mente en cada momento, cómo surgen, se desarrollan y se desvanecen, pero sin ser controlados por ellas. Eso nos hace más libres.
Gracias por escuchar.