¿La casa está en orden?

por Daniel Fresno

Desde el día en que nacemos nuestros sentidos se vuelcan hacia el mundo exterior. Miramos, tocamos, escuchamos, olemos, exploramos todo lo que nos rodea. Es lógico hacer esto porque el alimento que necesitamos para vivir está en el mundo exterior, igual que los depredadores y otras amenazas. Volcar nuestra atención hacia afuera nos ayudó a sobrevivir. Pero vivir plenamente como seres humanos es algo más que sobrevivir.

Como vimos, mantener la atención en el mundo exterior es útil, pero también encierra riesgos. Puede llevarnos a creer que solo afuera hay cosas valiosas, que solo afuera podemos encontrar refugio ante las inseguridades de la vida. Enfocar la atención únicamente en el mundo exterior puede conducirnos a creer que adentro de nosotros solo hay vacío o, peor aún, monstruos.

Lo cierto es que dentro de nosotros hay un universo inexplorado y desconocido, lo que a veces provoca miedo e inquietud. Por eso tantas personas se aturden con constantes estimulos sensoriales. Son de esos que en cuanto salen de la cama encienden la televisión u otra pantalla. Se justifican diciendo: «quiero saber lo que pasa en el mundo». En realidad para informarse basta con 30 minutos de internet. Ese hábito de rodearse de ruido está diciendo otra cosa: «no quiero saber lo que pasa en mi mundo interior».

Es que estamos como aquel que abandonó su casa hace mucho tiempo y no se anima a habitarla porque una vez abrió la puerta y vio el caos que había. Necesitamos volver a nuestra casa y poner orden. Limpiar, ordenar y convertir ese espacio en un sitio donde sea agradable vivir. Es el único espacio en el Universo sobre el que tenemos cierto control.

Por eso muchas personas sufren la soledad o el silencio. El abandono de su casa convirtió ese espacio interior en un sitio indeseable, un sitio donde nadie desearía estar. Cuando ocurre esto también se distorsionan las relaciones con los demás. Si no logramos disfrutar de nuestra soledad tampoco podremos construir vinculos amorosos con otros. Al no conocer nuestra energía y recursos internos nos sentimos carentes y vacíos, siempre convencidos de que nos falta algo para ser felices. Al no conocer nuestra riqueza interior estamos siempre necesitando que el mundo nos reconozca.

Las practicas meditativas son valiosas porque nos permiten conectarnos con nuestro universo interno. Cada vez que hacemos meditación o zhan zhuang o chi kung, estamos volviendo a casa. Todos los días conviene dedicar algo de tiempo a poner orden en casa para limpiar la suciedad y para redescubrir las cosas valiosas que estaban tapadas por el polvo o las malezas. Cuando podemos estar en paz en casa la vida cambia de manera muy positiva.

Gracias por escuchar.

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