Somos polvo de estrellas

por Daniel Fresno

—El cuerpo que habitamos es nuestra casa —dije durante la clase de chi kung—. El 99% de los materiales que lo componen son seis elementos: oxígeno, carbono, hidrógeno, nitrógeno, calcio y fósforo. . ¿De dónde vienen esos seis elementos? Están presentes en la comida que comemos, el agua que bebemos y el aire que respiramos. Y ya existían antes de que se formara la Tierra; eran parte de estrellas que ya murieron. Por eso Carl Sagan decía que «somos polvo de estrellas».

A lo largo de la vida tomamos prestados de la Tierra esos materiales con los que construimos nuestro cuerpo-casa. Cuando se haya terminado nuestro tiempo aquí, los devolveremos a la Tierra. Pero mientras tanto ¿qué? La energía del Universo fluye como un río dentro de nosotros y si aprendemos a seguir la corriente de ese río tendremos salud, alegría y bienestar. Lamentablemente, gastamos mucho tiempo y esfuerzo luchando contra esa corriente. Levantamos muros que nos separan de nuestro universo interior y construimos diques que interrumpen el flujo natural de la energía universal. Todo eso nos genera enfermedad, miedo y profundo malestar.

El ejercicio que hicimos recién sirve para tomar la energía de la Tierra y la energía del Cielo y hacer que se fundan en el Océano de la Energía, repitiendo esa unión de los opuestos que nos dio la vida. Con en este ejercicio abrimos dos puertas para alinearnos con la energía del Universo.

¿Qué me está faltando?

A veces nos sentimos sin fuerzas para enfrentar los desafíos de la vida y muchos se preguntan: «¿Qué pastilla debo tomar para tener más energía?», «¿Qué alimento debo comer para no sentirme tan cansado?». La gente cree que la falta de energía se debe a una carencia, a algo que no tenemos y que deberíamos tener. Pero la mayoría de las veces el secreto de la vitalidad no está en agregar, sino en quitar cosas; no se trata de complicar sino de hacer las cosas de manera más simple. Comemos complicado y sobrecargamos nuestro sistema digestivo. Pensamos complicado y sobrecargamos nuestra mente. Todo eso nos quita mucha energía.

¿Cómo es posible que no tengamos energía si estamos hechos del mismo material que el sol y la Tierra? Para movernos en el mundo necesitamos el ego, pero si no aprendemos a domesticarlo y vivimos ego-centrados la mente se vuelve complicada y no hace más que levantar paredes que nos separan del mundo interno y externo. No solo nos olvidamos que somos Universo, nos sentimos separados de todo y vemos el mundo que nos rodea como una amenaza. El ego-centrismo nos hace sentir vacíos y ajenos a un universo que percibimos lleno de peligros. La vida pronto se convierte en una pesadilla de miedo, ansiedad y enfermedad.

—Trabajo como psicoterapeuta —dijo una alumna—, y al comienzo de la pandemia, de todos mis pacientes, los más miedosos fueron los primeros en contraer la enfermedad.

— Por eso esta práctica es tan valiosa. Porque nos ayuda a derribar los muros levantados por el ego, aquietando la mente e integrándola al cuerpo y a la energía de la respiración. Cuando el cuerpo, la mente y la respiración trabajan en armonía se produce una profunda transformación en nosotros y experimentamos una especial sensación de paz y energía.

Gracias por escuchar.

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