Así como llegaron, se fueron

-Hoy amaneció con lluvia -dije durante la clase del domingo-, pero a la hora de taichi chuan ya no llovía fuerte; apenas caía un fino rocío. Por eso practicamos aquí en el parque. A medida que la clase progresaba el viento movió las ramas del árbol que nos cubre y cayeron gotas. Nos mojamos un poco, pero seguimos practicando hasta que al final el sol se dejó ver. El clima fue cambiando, pero nosotros seguimos enfocados en nuestra práctica.

-Por el contrario, el miércoles pasado fue un día de sol radiante. Empezamos la clase y al poco tiempo apareció un grupo de personas que se puso a hacer gimnasia. Hicieron lo suyo y al rato, así como llegaron, se fueron. También  vimos aparecer un nutrido grupo de trabajadores que se puso a cortar el pasto con ruidosas máquinas. Empezaron lejos de nuestro sitio de práctica y de a poco se fueron acercando, generando a su alrededor ese extraño aroma mezcla de nafta y pasto recién cortado. A pesar del ruido y la agitación, nosotros seguimos enfocados en nuestra práctica. Pero no éramos autistas, ni indiferentes a su presencia. Cuando los cortadores de pasto estaban cerca, las piedritas del suelo volaban a gran velocidad y las sentíamos en las piernas. Entonces, nos desplazamos hacia un costado para seguir practicando fuera del alcance de los proyectiles. Y así como llegaron, los cortadores de pasto también se fueron.

-Este espíritu que anima nuestra práctica es el mismo que tratamos de aplicar en los demás asuntos de la vida. Alrededor nuestro ocurren cosas que escapan a nuestro control. Diferentes procesos naturales, sociales y familiares surgen, se desarrollan y se agotan frente a nosotros. No los ignoramos, no somos indiferentes a ellos. A veces ocurren cosas que nos gustan y las disfrutamos; otras veces ocurren cosas que nos duelen y tratamos de aprender de ellas. Pero es importante comprender que tanto lo que nos provoca rechazo como lo que nos gusta, tarde o temprano pasará. Mientras tanto, mantenemos la serenidad, enfocando la atención en el aquí y ahora. Atravesamos la tormenta sin perder el rumbo.
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Autor: Daniel Fresno