Causas y raíces

por Daniel Fresno

—¿Qué es lo primero que registra el ojo no entrenado cuando ve a alguien hacer taichi chuan? —pregunté durante la clase del domingo y respondí—: Lo primero que ve es el movimiento de las manos y los brazos. Cuenta la leyenda que en el siglo 19, cuando este arte marcial empezó a divulgarse en la capital del imperio, un intelectual vio a un maestro realizar el movimiento de «Manos como nubes» y exclamó: «Sus manos se mueven como el taichi«, refiriéndose al símbolo gráfico de los dos peces dentro de un círculo. Y fue así que lo que antes se conocía como «puño de algodón» empezó a llamarse taichi chuan.

Pero nosotros sabemos que en el taichi chuan lo importante no está ocurriendo en los brazos y manos, sino abajo, en la pelvis y los miembros inferiores. Allí está la base, las raíces, los cimientos que le dan solidez a la parte de arriba para que haga esos movimientos tan bonitos que registra el ojo del observador poco entrenado.

Averiguar las causas

Esto nos ayuda a comprender que las cosas no existen por sí solas. Todo existe debido a ciertas causas y condiciones favorables que las hacen posibles. Cuando esas causas y condiciones favorables cesan, el fenómeno deja de existir., cuando la raíz se pudre, el árbol se cae.

Ver las causas y condiciones favorables no es fácil, porque no están a la vista. Suelen estar ocultas como los cimientos de un rascacielos. Por eso es necesario hacer un trabajo de investigación. Al practicar taichi chuan aprendemos que cada vez que un pie se mueve es porque previamente el otro pie se arraigó a la tierra para darle estabilidad. Para que una parte se mueva con libertad, otra parte debe soportar el peso para brindarle sostén. Cuando un pie patea o un puño golpea con potencia es gracias al soporte que brindan la pelvis y los miembros inferiores Por eso cuando veamos algo que nos llama la atención conviene preguntarnos cuáles son sus raíces, cuáles son las causas y condiciones favorables que lo hicieron posible. Vamos a descubrir dónde están sus puntos fuertes fuertes y sus vulnerabilidades.

Agradable y desagradable

Solemos discriminar los fenómenos entre agradables y desagradables. Lo que nos agrada, lo sobrevaloramos; lo que nos desagrada, lo odiamos o despreciamos. Ambas actitudes nublan nuestra visión, por eso se dice que «el enamorado es ciego» o que estamos «ciegos de ira», No conviene ir por la vida a ciegas.

Si la persona o la situación que tenemos enfrente nos desagrada, en lugar de enojarnos o intentar destruirla, conviene identificar sus causas y condiciones favorables y dejar de alimentarlas. Simultáneamente, tratar de crear condiciones favorables que generen un efecto opuesto.

Si la persona o situación que tenemos enfrente nos agrada, en lugar de sobrevalorarla, conviene identificar sus causas y condiciones favorables, para nutrirlas y fortalecerlas todos los días un poco.

En el arte marcial esto se ve claramente. Imaginen que estoy haciendo tui shou con Diego. A mí me gustaría desestabilizarlo fácilmente, tocarlo apenas y que salga volando. Pero Diego no quiere; quiere desestabilizarme a mí. Y además es más grande y más fuerte que yo. Cuando él me empuje con todas su fuerza no sirve de nada enojarme. Me conviene aceptar la realidad: Diego es más grande que yo, es más fuerte que yo y quiere desestabilizarme. Luego, identificar la raíz de su fuerza y atacar allí donde Diego no está «lleno» y al mismo tiempo «vaciar» la parte de mi cuerpo donde está apoyando su fuerza, para que caiga en el vacío.

En nuestro mundo interno y en las relaciones con los demás todo el tiempo nos encontramos con cosas que no nos gustan. ¿Qué hacemos cuando las cosas no salen como queremos? Lo habitual es enojarnos. El enojo nos envenena y no sirve para modificar de manera positiva las cosas.

Lo mejor es aceptar la realidad e investigar cuáles son sus causas y condiciones favorables, luego actuar sobre ellas e ir generando condiciones favorables para un cambio positivo.

Gracias por escuchar.


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