¿Consumidores o practicantes?

por Daniel Fresno

—Hoy quiero hablar sobre esta pequeña comunidad que es nuestra escuela y sobre la relación maestro-alumno —dije durante la clase de taichi chuan—. Entre ustedes y yo hay un vínculo y ambas partes asumimos un compromiso. El compromiso de mi parte es enseñar taichi chuan. Pero ¿cuál es el compromiso que asumen ustedes?

Por ejemplo, a cambio de las clases ustedes pagan cierta cantidad de dinero. Hay alumnos que pagan todo el mes y en este caso lo correcto es pagar los primeros días del mes. Hay alumnos que pagan cada clase y en este caso lo correcto es pagar al recibir la clase. Pero claro, no todos traen consigo efectivo y prefieren hacer una transferencia. En este caso lo correcto es hacer la transferencia el mismo día en que recibieron la clase.

¿Por qué cobro dinero por enseñar? Al menos por dos razones. La primera es que la persona que no paga de su bolsillo las clases, no las valora ni las aprovecha. Eso lo descubrí a través de la experiencia. La segunda razón es que lo que enseño aquí es muy valioso. Lo que ustedes reciben aquí no lo van a encontrar en otro sitio. Y los invito a que recorran otras escuelas y que conozcan otros maestros. Eso les va a ayudar a tener una mejor perspectiva. Tal vez lo que descubran les haga valorar lo que reciben aquí. Tal vez encuentren algo que les gusta más y en ese caso, por favor no duden en estudiar ahí. La vida es muy corta y conviene aprovecharla estudiando en los lugares con los que uno tiene buena afinidad.

El dios dinero

El dinero es muy útil . Si no existiera tendriamos que recurrir al trueque y eso implica varias limitaciones. Supongamos que yo necesito manzanas para hacer vinagre y puedo ofrecer a cambio clases de taichi chuan. Pero si el vendedor de manzanas no está interesado en tomar clases de taichi chuan, yo me voy a quedar sin vinagre. En cambio, con dinero puedo comprar cosas muy diversas, siempre que tenga la cantidad suficiente. En la actualidad el dinero es indispensable para vivir. El dinero es una herramienta muy valiosa. Y no es cierto, como dicen algunos, que el dinero es «malo» o «sucio». Como cualquier herramienta, puede usarse con sabiduría, amor y compasión, es decir con propósitos virtuosos o puede usarse de manera no virtuosa.

El gran problema de la actualidad es que el dinero se convirtió en un fin en si mismo. Mucha gente, en lugar de ganar dinero para vivir, vive para ganar dinero. Hoy el dinero es la medida de todas las cosas.

—El dios dinero —dijo Liliana.

—Tal cual. El dinero es el nuevo dios y su iglesia es el mercado. En la iglesia del mercado hay un único ritual: el consumo compulsivo y egocéntrico. En la religión del mercado todo es descartable, los objetos y las personas. Esta manera de relacionarnos con el dinero ha llevado al mundo a la crisis que hoy padecemos.

Rituales y compromiso

A diferencia de la tendencia predominante, aquí creemos que los objetos tienen un valor en sí mismo, independiente de su precio. Creemos que las personas tienen un valor en sí mismo independiente de su capacidad para generar dinero o para gastarlo. Creemos que las personas y los objetos merecen respeto.

Antes decía que ustedes pagan dinero a cambio de las clases, pero es importante comprender que el vínculo va más allá de ese intercambio de dinero por horas de clase. Por ejemplo, yo estoy todo el tiempo pensando en cómo mejorar la calidad de la enseñanza y en cómo ayudar a cada alumno a superar los límites que les impiden avanzar. A veces las respuestas a estas cuestiones me llegan en los sueños o cuando estoy meditando. Sería bueno que los alumnos retribuyan este compromiso escuchando y preguntando durante la clase y practicando durante la semana para superarse y mejorar. El vínculo entre nosotros no se limita a los pocos minutos que dura la clase; continúa las 24 horas los 7 días de la semana, todo el año.

Una cosa que fortalece el vínculo entre los miembros de una comunidad son los rituales. Por eso al comenzar la clase saludamos y agradecemos al árbol y a través de él, a toda la Naturaleza. Ese es un ritual. Caminar por el cordón de cemento y recitar el mantra son rituales. La práctica de dao yin, zhan zhuang y taichi chuan son también rituales, igual que las charlas.

Saludar al maestro y a los demás compañeros juntando las manos a la altura del corazón e inclinando el torso también es un ritual. Si uno llega y el maestro ya está, lo correcto es saludarlo de esta manera. Si el maestro llega después que uno, lo correcto es que todos los alumnos lo saluden al verlo llegar.

Pero lo más importante: para poder realizar todos esos rituales es estar presente, venir a clase. ¿Alguna vez les pasó que vinieron aquí esperando tomar una clase y yo había faltado sin avisar? ¿Qué sentirían en una situación así? ¿Por qué creen que nunca pasó eso? ¿Creen que yo no tengo otros compromisos o intereses? ¿Creen que no tengo urgencias impostergables? ¿Creen que mi salud es siempre perfecta? No. Vengo a clase porque valoro especialmente esta pequeña comunidad y quiero verla crecer. Vengo a clase porque considero valioso el vínculo que hay entre nosotros. A través de mis acciones muestro respeto hacia ese vínculo. Por eso vengo a clase. Por eso vengo a horario.

Presencia

Los alumnos también expresan su respeto al venir a clase. Si es inevitable faltar, lo correcto es avisar con anticipación. También muestran respeto llegando a horario. ¿Qué significa llegar a horario? Llegar uno o dos minutos antes del comienzo de la actividad. Si uno llega tarde y la clase empezó, lo correcto es saludar al árbol y luego al maestro antes de incorporarse al grupo.

Esta comunidad que integramos no está formada únicamente por los que habitamos este tiempo y espacio. También son parte de ella las generaciones anteriores de practicantes y los grandes maestros del pasado. Somos la generación más joven de un antiguo linaje y cuando practicamos de manera disciplinada, paciente y concentrada estamos honrando esta herencia.

Por favor, no tomen esto como una imposición. Somos todos adultos y tenemos libertad para elegir. Podemos elegir ser consumidores de clases de taichi chuan, como quien consume series de netflix, una detrás de otra y al terminar la temporada no recordamos nada de lo que vimos. O podemos ser practicantes concientes de taichi chuan, formando parte de algo mucho más grande que nuestro propio ombligo, nutriéndonos del arte y permitiendo que éste nos transforme internamente. Para la primera opción solo hace falta pagar dinero, para la segunda, además hace falta compromiso.

Gracias por escuchar.

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