Hígado, movimiento y gordofobia

por Daniel Fresno

Durante la clase de bagua zhang dedicamos algunos minutos a estirar psoas ilíaco e isquiotibiales, ambos muy importantes para la movilidad y estabilidad de la pelvis.

—Estirar músculos y tendones tiene al menos dos beneficios —dije—. Por un lado estamos mejorando la movilidad, pero también la capacidad de generar fuerza. La capacidad del músculo para contraerse es proporcional a su capacidad para estirarse. Muchas personas que desean desarrollar fuerza enfocan todos sus esfuerzos en levantar cada vez más peso, y eso no está mal, pero descuidan la flexibilidad del músculo-tendón y la movilidad articular. El resultado es un cuerpo rígido, lento y, seguramente, muy dolorido.

La segunda ventaja es que al estirar músculos y tendones estamos ejerciendo un estímulo positivo sobre el hígado. La medicina tradicional china explica que este órgano, entre otras cosas, se ocupa del movimiento y tiene una relación de ida y vuelta con los tendones y músculos. Cuando el hígado funciona bien, los músculos y tendones están saludables. Pero a su vez, al mover y estirar músculos y tendones estamos ayudando al hígado. Por eso el sedentarismo daña al hígado y el hígado dañado hace que la persona se vuelva mas sedentaria.

—¿Qué hace el hígado? —preguntó Osvaldo.

—Además de lo que dije recién, el hígado es un gran laboratorio que realiza centenares de tareas fundamentales para la vida. Fabrica sustancias y regula el equilibrio de varias hormonas. Otra de sus tareas es desintoxicar, es decir que desactiva las toxinas que circulan por la sangre. El hígado es también, junto al riñón, una de las víctimas del estilo de vida actual. La manera de comer y de beber que promueve el mercado y que la gente adopta mansamente somete al hígado a un esfuerzo que termina enfermándolo. El exceso de hidratos de carbono refinados presentes en comidas y bebidas lleva a una acumulación de grasa que se conoce como «hígado graso». Cuando el hígado acumula tanta grasa su funcionamiento se hace defectuoso. Por ejemplo, al no poder cumplir normalmente sus tareas de desintoxicación, el cuerpo empieza a acumular toxinas. Podemos decir que dañar el hígado de esta manera es como tomar veneno todos los días.

La buena noticia es que el hígado es capaz de auto-repararse. Para que este mecanismo de auto-curación se ponga en marcha es indispensable cuidar la calidad de la alimentación y suspender la ingesta de alimentos durante cierto tiempo. En ese sentido conviene eliminar la cena y si es posible darle un descanso al aparato digestivo durante al menos 15 horas todos los días.

—¿Y qué pasa con la gordofobia? Mucha gente sufre discriminación por su sobrepeso.

—Es cierto y esto tiene que ver con nuestra naturaleza social. Los modelos de belleza imperantes ejercen una enorme presión sobre las personas y provocan gran sufrimiento. Al igual que con la condición social, la fe religiosa, la identidad política, la orientación sexual, da lugar a discriminación y exclusiones. Pero a diferencia de las otras condiciones, el sobrepeso es difícil de ocultar.

La conducta que enseñamos aquí es ser amable con todos, y si no es posible ser amable, evitar hacer daño. Este principio de ser amable y evitar dañar se aplica a las demás personas, pero también a uno mismo. Evitamos pensamientos, palabras y acciones que dañen a las personas con sobrepeso. Y también evitamos los pensamientos, palabras y acciones que dañen nuestro cuerpo a través de la alimentación.

Somos sociales, pero también somos seres naturales. Nuestro cuerpo se rige por leyes biológicas que no conviene ignorar. Si acumulo mucha grasa en mi hígado, mi salud se va a deteriorar. Si mi peso corporal aumenta por encima de cierto límite, mis rodillas van a sufrir deterioro.

Lamentablemente mucha gente entiende la alimentación en términos de premio y castigo. Si comimos muchos hidratos de carbono, nos «castigamos» matándonos en el gimnasio. Si tuvimos un día difícil o estamos deprimidos, nos «premiamos» comiendo helado. Si nuestro cuerpo respeta los modelos de belleza imperantes, somos «premiados» con reconocimiento social. Si tenemos sobrepeso somos «castigados» con críticas y discriminación. Cuanto antes nos liberemos de esta lógica de premio y castigo, mejor.

Es importante entender la alimentación en términos de causa y consecuencia. El problema con la alimentación es que entre la causa y la consecuencia suele pasar mucho tiempo. Si yo ahora acerco mi mano al fuego, al instante sentiré dolor y sacaré la mano. En cambio, una mala alimentación tarda varios años en generar dolor y enfermedad. Por eso muchas personas sostienen malos hábitos nutricionales; porque aún no sufrieron consecuencias severas. Y cuando estas consecuencias llegan, es difícil cambiar los malos hábitos porque se reforzaron durante muchos años.

Si nuestro cuerpo fuera un auto, el alimento es el combustible. Y la alimentación es el arte de cuidar la cantidad, la calidad del combustible y la frecuencia con la que cargamos el tanque. Un auto anda bien con nafta común, pero anda mucho mejor con nafta de alto octanaje. Si la próxima vez le pongo tequila en lugar de nafta, va a andar por un tiempo, pero su vida útil se reducirá notablemente. ¿Por qué no le ponemos tequila al auto? Porque tenemos información básica sobre cómo funciona. Y si tuviéramos alguna duda podríamos consultar el manual de usuario. El problema actual es que la mayoría de la gente no tiene información básica sobre cómo funciona su propio cuerpo. Aquí en Bosque de Fresnos, entre otras cosas, estudiamos el manual de usuario.

Gracias por escuchar.
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